2/3/06

El amante bilingüe



Juan Marsé. El amante bilingüe.
Biblioteca breve. Seix Barral. Barcelona, 2006.


Más de quince años después de que Juan Marsé ganara el Premio Ateneo de Sevilla con esta novela, se reedita El amante bilingüe en la Biblioteca breve de Seix Barral.

Y desde las primeras líneas, el lector que la relee o el que se acerca a ella por primera vez se da cuenta de que es una obra quizá menor en el conjunto de la novelística de su autor, pero que conserva toda su frescura y buena parte de su actualidad.

Desde el primer párrafo, que combina eficacia y tensión en un enfoque grotesco con un marido engañado, un limpiabotas y un espejo. Un espejo que remite a aquellos otros que tanta importancia tenían en el esperpento y que aquí explica gran parte de la estructura y del argumento, porque Juan Marés, el marido burlado, buscará la reconquista de su mujer y se buscará a sí mismo en el alter ego de un limpiabotas, el charnego Faneca, que limosnea mientras toca pasodobles con un acordeón y un cartel vergonzante:

Pedigüeño charnego sin trabajo
ofreciendo en Catalunya
un triste espectáculo tercermundista.

Y como no da con su público le da la vuelta al cartón e interpreta el Cants dels ocells amparado tras este rótulo:
Fill natural de
Pau Casals
busca una oportunidad.


Y así, entre Pau Casals y los boleros, se parodian las duplicidades de la realidad catalana y su esquizofrenia sociocultural, la tensión de su difícil mestizaje, en páginas inconfundiblemente marsianas, páginas que recuerdan en su enfoque, en sus descripciones, en sus personajes y sobre todo en la mano de su autor, las Últimas tardes con Teresa, Si te dicen que caí o El fantasma del cine Roxy.

Máscaras, espejos y disfraces. El humo de los cigarrillos que nubla los ojos de los personajes, ventrílocuos, ilusionistas entre tinieblas y dobles. Esos son algunos de los elementos sobre los que levanta esta sátira, esta burla del burlado y de la dualidad sociolingüística y cultural de Barcelona a través de un personaje como Marés/Faneca, que tiene entre sus ascendientes a Lázaro de Tormes. Y es que hay aquí también un protagonista que cuenta su vida, un vergonzoso caso, alusiones negativas a los padres, mendicidades diversas y la historia de una degradación.
Una historia personal que tiene su base en el nombre y en la memoria, que no es otra cosa que la construcción de la personalidad en un medio social. Porque en el fondo Faneca el charnego no es más que Marés ante el espejo.
Un antifaz debajo de otro antifaz para que Faneca/Marés acabe disfrazado de torero y tocando sardanas y el Cant dels ocells con semejante disfraz. Ese esperpéntico mestizaje final entre el traje de luces y la música catalana, la torería y la sardana se resume en la última intervención del protagonista, en la que se mezclan en el raro mestizaje de una mente ventrílocua el catalán y el andauz, la barretina y la montera.

Pero, por debajo de la sátira social, de las máscaras carnavalescas, hay aquí también, como en Valle, una indagación en la conciencia, una reflexión sobre la condición humana y la realidad, sobre la identidad y la fragilidad de los sueños, sobre la necesidad del otro y de ser otro. Y en ese momento, cuando pasa la última página de la novela, el lector comprende el sentido de la dedicatoria de la novela:

Para Berta. Y para mis otros padres y mi otra hermana, al otro lado del espejo.

Santos Domínguez