21/10/06

Poesía completa de Gabriel Ferrater




Gabriel Ferrater
Las mujeres y los días. Poesía completa.
Prólogo de Luis Izquierdo.
Traducción de Mª Àngels Cabré.
Lumen. Barcelona, 2002



Con sólo tres libros, Da nuces pueris (1960), Menja't una cama (1962) y Teoria dels cossos (1966), reunidos después con algunas correcciones en el volumen Les dones i els dies (1968), Gabriel Ferrater (1922-1972) se convirtió en uno de los poetas fundamentales de la literatura catalana contemporánea.

En 2002, cuando se cumplían ochenta años del nacimiento y treinta del suicidio del poeta, Lumen editó la traducción de esta obra imprescindible a cargo de la también poeta Mª Àngels Cabré y con un prólogo de Luis Izquierdo.

Era la primera vez que se traducía la totalidad de la obra poética de Gabriel Ferrater. Se ponía de esa manera al alcance del lector en español un libro que está considerado sin discusión como una de las cimas de la poesía catalana.

Su título, un recuerdo irónico de Hesiodo, resume en sus dos términos centrales las dos claves de la poesía de Gabriel Ferrater: la relación (amistosa, sentimental o erótica) con la mujer y su dimensión moral y el paso del tiempo histórico o personal.

La actividad que vincula esos dos temas es el recuerdo, la poesía como una forma de revivir el pasado y de reivindicar la felicidad en una actualización del Carpe diem clásico, en la celebración de la sexualidad y de la juventud.

La juventud, el erotismo, la soledad, el miedo, la muerte son algunos de los temas que convocan los versos de un libro como este que se organiza en tres centros de interés: la reflexión sobre la literatura, la observación social, a menudo satírica y lúcida, y la experiencia personal del paso del tiempo o del amor. Y en torno a esos ejes cada poema de Ferrater propone una reflexión moral que implica al hombre en su doble dimensión de ser social e histórico.

Organizado en cinco apartados, el volumen recoge una poesía reflexiva que se alimenta de la experiencia y de la lectura y que hace del distanciamiento su actitud moral. Es la reflexión de un intelectual vitalista que se pone constantemente a favor de la felicidad. Cuando Carme Riera tituló su antología del grupo catalán de los 50 Partidarios de la felicidad, reconocía que esa frase y esa actitud, que hicieron suyas los otros poetas hasta el punto de definir a todo un grupo de creadores brillantísimos, era de Gabriel Ferrater, que ejerció una influencia decisiva sobre Gil de Biedma y Barral, a quienes descubrió la poesía anglosajona y la crítica de Eliot y Auden.

Una poesía a veces directa y exacta, propia de la aptitud matemática de quien la escribe; otras veces, difícil y exigente, simbolista y hermética en la que conviven el prosaísmo y metáforas para dejar claro una vez más que la poesía es casi siempre una cuestión de tono, de voz. Eso es algo que queda de manifiesto cuando se lee In memoriam, uno de los primeros (si no el primero) de los poemas de Ferrater. Un texto que surge ya de la madurez del poeta incipiente que era. Tenía 36 años cuando lo escribió y fue el resultado de una larga lectura de Shakespeare que había empezado en agosto del 57 y se prolongó durante más de seis meses.

Heterodoxo y atípico, lúcido y provocador, una máquina mental perfecta, como lo definía Carlos Barral, su silencio precoz puso fin a una actividad poética súbita y fugaz que en seis años, entre 1958 y 1963 dio como resultado los 114 poemas que se reúnen en esta Poesía completa de Gabriel Ferrater.

Una poesía breve, intensa y brillante, dotada de alta calidad poética y de un inusual vigor intelectual. Una lectura imprescindible, en la que el lector se encontrará con textos memorables como este, que se titula Ocio y en el que se funden gran parte de los temas y las actitudes de Ferrater:

Ella duerme. La hora en que los hombres
ya se han despertado, y poca luz
entra todavía para herirlos.
Con muy poco tenemos bastante. Sólo
el sentimiento de dos cosas:
la tierra gira y las mujeres duermen.
Conciliados, caminemos
hacia el fin del mundo. No necesitamos
hacer nada para ayudarlo.


Santos Domínguez