7/7/07

Presencia de René Char






René Char.
Común presencia.
Traducción de Alicia Bleiberg.
Alianza Literaria. Madrid, 2007.


Cuando se cumple el centenario de René Char (1907- 1988), uno de los más importantes poetas franceses del siglo XX, Alianza publica en edición bilingüe, con una trabajada traducción de Alicia Bleiberg, Común presencia, la segunda versión de una antología temática que Char publicó en 1964 y luego amplió en 1978. En ella ordenó su autor treinta años de creación de un mundo poético propio y una voz personalísima.

Por eso, están aquí todas las claves y las fuerzas temáticas y expresivas de una intensa y exigente obra poética a la que su autor dedicó más de cincuenta años.

El poeta no retiene lo que descubre: una vez transcrito, lo pierde enseguida. En eso residen su novedad, su infinito y su peligro- escribió Char en La biblioteca está incendiada.

Novedad, infinito y peligro son, en efecto, componentes esenciales de esta poesía que hunde sus raíces en el superrealismo, del que, incluso después de haberse desvinculado, conservaría siempre el gusto por la imagen y el tono visionario de quien entiende la actividad poética como revelación o como descubrimiento.

Aparecen en Común presencia las líneas fundamentales de la poesía de Char, sus intereses temáticos, nada originales, por cierto: el paso del tiempo, el amor y la soledad, la muerte, la naturaleza, la memoria...

Un mundo que se levanta desde la tierra y la memoria para construir una obra que mira a los árboles, a los caminos y los arroyos, a la pintura o al pájaro y al animal terrestre. A una naturaleza sobre la que se proyectan imágenes chocantes y herméticas y un archipiélago de palabras de quien habita en el dolor y en la conciencia del tiempo y sabe que tiene un oficio de avanzada.

En donde radica la originalidad y la fuerza de esta poesía es en su configuración estilística, en la tendencia a la concisión, al aforismo y a las formas breves que exigen una enorme concentración expresiva y en el uso de palabras de sentido plurivalente o amnésico, según explica Char en ese conjunto de textos dedicado a Georges Braque que titula La biblioteca está incendiada:

En el poema, cada palabra casi debe ser empleada en su sentido original. Algunas palabras, separándose, se hacen plurivalentes. Las hay amnésicas.

Si la poesía es el menos traducible de los géneros, si incluso es imposible transferir en la misma lengua palabras o significados, o explicar en otras palabras una imagen sin empobrecerla ni traicionar una parte fundamental de su contenido y su expresividad, traducir poesía de una lengua a otra plantea dificultades añadidas. Y si además el autor que hay que traducir es alguien como Char, autor de una obra especialmente hermética y elíptica, entonces el reto es para hacer desistir a cualquiera.

No en este caso, en el que Alicia Bleiberg no se ha limitado a hacer una traducción literal de esos textos que plantean enigmas y muchas zonas de sombra al lector francés culto. Georges Mounin, uno de los más insistentes y lúcidos lectores de Char, afirmaba que la mitad de esa poesía permanecía cerrada para él después de innumerables asedios y lecturas.

La traductora ha conseguido eso tan difícil que es captar el tono de una poesía cuyo hermetismo no es una cuestión de lenguaje, sino de la naturaleza intransitiva de esa poesía, y verterlo al español.

Santos Domínguez