29/9/08

Juan Goytisolo. El exiliado de aquí y allá


Juan Goytisolo.
El exiliado de aquí y allá.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2008.


Cinco años después de Telón de boca Juan Goytisolo vuelve a la novela con El exiliado de aquí y allá (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores) para resucitar al Monstruo del Sentier, el personaje que moría en un atentado de los Maricas Rojos en Paisajes después de la batalla.

Veinticinco años después, aquel ser torpe y desmañado regresa para saber por qué le han matado con una bomba lapa que llevaba pegada a su gabardina. Y el lector de Goytisolo no debería extrañarse de la reaparición. Cuando estallaba la carga explosiva en Paisajes..., en el capítulo La ciudad de los muertos aparecía el Monstruo “desmembrado y hecho trizas”, ubicuo y callejero, propenso a la risa:

reír, reírte de ellos: escribir escribirme: tú yo mi texto el libro
yo: el escritor
yo: lo escrito.

El extravagante personaje trae la partida de defunción en un bolsillo de la gabardina y unas gafas de sol que completan su imagen grotesca de exhibicionista de genitales en los parques. Vuelve a un cibercafé para infiltrarse en el eje del mal y conocer desde dentro la motivación religiosa de sus asesinos:

aun hecho trizas, quiso regresar al planeta en el que un terrorista activó la carga explosiva disimulada en el forro de su gabardina y le despachó con su libro al Más Acá. Se encontró de golpe en un cibercafé desierto con miles (¿millones?) de ordenadores y sus correspondientes mesillas y asientos. Un panel gigante, que se encendía y apagaba, repetía incansablemente un mensaje: UNIVERSO VIRTUAL. No sabía a qué atenerse ni lo que se esperaba de él, y vagó así en el vacío de un espacio infinito hasta que, agotado, se sentó frente a uno de los teclados y se vio retratado en la pantalla, con su sombrero y gafas ahumadas, con la etiqueta de El Monstruo del Sentier. (...)
El astuto lector se preguntará cómo un desmañado como él, incapaz de abrir un paraguas o de dar cuerda a un reloj, puede navegar por su ordenador y entrar en contacto con el mundo del que salió despedido y con la nebulosa de astros del Más Acá. La muerte no es como la piensas, querido colega: tarde o temprano lo comprobarás. Lo mismo puedes encontrarte en un cibercafé del tamaño de un estadio olímpico como flotando en la ingravidez del espacio, atrapado sin remedio en un atasco en la indeseable compañía de un taxista madrileño -cuyo monólogo sobre derechos humanos escucharás más tarde, avanzado ya el libro-, o encapsulado en el minicerebro de un chorlito con aires de profesor.

Después de leer esas líneas, el lector sabe que Juan Goytisolo ha prescindido en esta novela de la verosimilitud para dar rienda suelta a su libertad creativa, que ha fabricado en forma de pastiche una bomba de relojería.

Desengañado, pesimista, convencido de que la nuestra es una situación sin salida, Juan Goytisolo ve las cosas con la distancia de quien va de vuelta y no teme a nada. Está en esa edad de libertad radical que se refleja en sus opiniones – a menudo perturbadoras y políticamente incorrectas- y en su escritura. Y a estas alturas está en condiciones de escribir lo que quiera y como quiera.

En el prólogo que escribió para el tomo IV de sus Obras completas en Galaxia Gutenberg recordaba Juan Goytisolo la mala acogida de la crítica a Las virtudes del pájaro solitario, que “sufrió la nueva forma de censura con la que se acoge a cuanto se aparta del supuesto modelo novelesco accesible al lector virtual.”

Aquellas críticas hostiles – añadía Goytisolo- “no me chocaron ni entristecieron. Conociendo, como conozco, las supervivencias tribales en el medio literario español que evocaba Cernuda, confirmaron lo que yo ya sabía: la actitud defensiva de los misoneístas respecto a todo aquello que no quepa en sus modelos trazados con regla y compás.”

Fuera de toda norma genérica, sin someterse a reglas ni compases, es probable que la historia se repita. Porque El exiliado de aquí y allá es más que una novela, es una explosión de libertad, inverosímil en las situaciones y veraz en el diagnóstico de la realidad de fondo: la utilización interesada del terrorismo y el miedo que se denuncia en capítulos como El turismo os hará libres, sobre un infierno promocionado, y una crítica corrosiva del radicalismo religioso y de la ambición de poder político y económico que encubren las tres religiones.

Aliados en un triángulo terrorista para organizar atentados, el imán fundamentalista que es al mismo tiempo una Alicia pornográfica, el Monseñor Amante de los Niños, el pedófilo que cultiva su afición en una red de orfanatos, y el rabino de los tirabuzones rasta vuelven a demostrar que los extremos se tocan y se benefician del cuanto peor mejor en una siniestra alianza de civilizaciones y espiritualidades.

Con Cervantes, Swift y Voltaire al fondo, la prosa en acción de Goytisolo es la que va construyendo el argumento de la novela en fragmentos breves pensados para la lectura en voz alta y emparentados por tanto con una técnica narrativa oral que debe mucho a Cervantes. El exiliado de aquí y allá es un pastiche narrativo construido –otra vez Cervantes al fondo- con una pluralidad de voces y tonos que van desde los correos electrónicos a los folletos y los sermones en latín, pasando por las parodias de discursos en mítines o la voz de la calle y las vecinas.

Como en Carajicomedia y en Telón de boca, los personajes son mutantes: el imán radical se transforma en Alicia y toma la apariencia de una estrella pornográfica, y el protagonista se convierte a ratos en la Rapera Encoñada. En torno a ellos, otros personajes como el cobrador del crack, el filósofo que vota a la derecha por fidelidad a la izquierda, el Zar Matachechenos, los Mártires de Al Ándalus...

El humor corrosivo que recorre El exiliado de aquí y allá tiene su raíz en un escepticismo que no deja títere con cabeza y se canaliza en una deformación grotesca, en una visión esperpéntica de la realidad que es consecuencia de la lucidez de Goytisolo, de su desengaño quevedesco, de la ironía o el sarcasmo que se proyecta también sobre la literatura comercial:

¿Por qué no escribía historias como las que enganchaban al público y se encaramaba de una vez al palmarés de los campeones de ventas? ¡Una novela de acción y suspense, con mafias, sectas esotéricas, rituales secretos, profecías apocalípticas! Todo ello sazonado con odios ancestrales y sexo, ¡mucho sexo!

O sobre la gastronomía actual, como en este menú que un chef de cuisine, proveedor oficial de la Curia, elabora para el arzobispo y el imán:

Entrada: ensalada romana.
Primer plato: camarlengo al horno de fumata blanca.
Segundo: filet de Saint-Pierre à la sauce cardinale.
Postres: tocinito de cielo y licor benedictino.

A más de un lector la obra le parecerá un disparate. Posiblemente no le falte razón, pero ¿qué otra cosa es un mundo gobernado por Bush, Putin, Ratzinger, Sarkozy o Berlusconi?

Santos Domínguez