3/1/09

Liverpool


José María Millares Sall.
Liverpool.
Calambur. Madrid, 2008.


Sobre vuestros curtidos rostros de paloma endurecida,
sobre vuestras sonrisas de sal y vino agrio, ya sobre los duros cristales de la niebla,
está mi alma, están mis ojos, amigos,
y sobre el último dolor de la tierra,
y sobre el último dolor de mis manos, tanteando el duro cemento de una puerta vacía,
y sobre la última agonía de las aguas está flotando mi corazón, señores, mi corazón.


Con fraseo envolvente y poderoso, con una sintaxis progresiva y espiral que remite a la versión de Poeta en Nueva York que había editado Bergamín en México pocos años antes, Liverpool es uno de los libros más sorprendentes de la posguerra.

Hay en sus poemas versos como estos:

Sí, a vosotros, que sois como el número tres, me dirijo.
Quisiera poder deciros
cómo aborrezco cada latido de vuestros corazones de perro con librea,
porque no tenéis la sangre suficiente para dirigir una palabra
hacia esa altura desnuda en la paloma;
sin que se acobarde y se estire como una lengua babosa
por las ensortijadas manos que os consume;
porque carecéis de espíritu, porque habéis nacido como un número,
como el número tres,
débil y rastrero, sin voluntad de hombres, sin voz

Lo publicó en 1949, hace casi sesenta años, José María Millares Sall (Las Palmas, 1921), que inauguraba con ese título la efímera colección canaria Planas de Poesía. Su despliegue de imágenes visionarias, su fondo urbano (Liverpool, Hong-Kong), el tono airado y apocalíptico de los seis poemas que lo integran, su compromiso problemático con la realidad mantienen la vigencia de un libro que pasó casi desapercibido para los lectores y fue silenciado por la crítica en aquellos años de poetas celestiales y sonetos arraigados.

Dos años después, la prohibición de Planas de Poesía por la censura y el procesamiento de José María Millares Sall acabaron de enterrar aquellos textos que enlazaban con la mejor herencia del expresionismo y el superrealismo de entreguerras:

porque además de ser un hombre como vosotros, soy un poeta, y un poeta es un corazón más sobre la niebla del mundo.
Por favor, abridme paso, que quiero ser el primero en saludar con mi sangre vuestras sonrisas de azufre, vuestras mujeres de estopa. Por favor, abridme paso.

Lo acaba de recuperar Calambur en una feliz iniciativa, casi un descubrimiento, en una cuidada edición con un epílogo iluminador (Para volver a Liverpool con José María) de Jorge Rodríguez Padrón.

Santos Domínguez