6/6/09

La isla tuerta



La isla tuerta.
49 poetas británicos (1946-2006).
Selección, traducción, prólogo
y notas de Matías Serra Bradford.
Lumen. Barcelona, 2009.

Porque hay vida después de Eliot, Auden o Larkin, Lumen ofrece en La isla tuerta un posible canon poético inglés de la segunda mitad del siglo XX. Cuarenta y nueve poetas nacidos entre 1902 y 1974, traducidos y anotados en una espléndida edición bilingüe; cuarenta y nueve propuestas que recogen una muestra significativa de los últimos sesenta años de poesía en Gran Bretaña en una generosa antología bilingüe que ha preparado Matías Serra Bradford, autor además de un inteligente prólogo en el que traza las coordenadas de una estimulante y arriesgada hoja de ruta.

Para Novalis- recuerda Matías Serra en el prólogo- cada inglés es una isla, y una isla con pasado bucanero no puede ser sino tuerta.

El prólogo no sólo explica el título, también fija las claves de una antología que refleja, además de la tradición más reciente, la obra de aquellos poetas menos conocidos fuera de la isla. La diversidad de voces organizadas en siete grupos
(Adelantados, Árbitros, Excursionistas, Boreales, Desertores, Indocumentados y Tipógrafos) que asumen, enriquecen o contestan la herencia de los maestros en un álbum privado de figuras intermedias.

Sin orden temático ni jerárquico ni cronológico, los cuarenta y nueve poetas se agrupan en esas siete familias poéticas y los poemas seleccionados son una puerta de entrada, una invitación y una sugerencia de lectura.

Como es natural, son muy variados los tonos, las voces y los temas representados en esta antología en la que la poesía urbana convive con la tradición de la naturaleza en la poesía inglesa, lo visionario con la evocación, la pintura con la música o la literatura.

Intimista y confesional, anclada en el yo o en el nosotros o proyectada hacia el exterior del neón o los viajes, las más de quinientas páginas del volumen reflejan la memoria de las piedras o los jardines, los paisajes exteriores y los interiores, unidos por una vieja melancolía de bibliotecas o claustros.

Las últimas páginas recogen las vidas breves de los cuarenta y nueve poetas en una aguda síntesis de los rasgos de cada poeta y cada poética, en una aproximación que a menudo sugiere su mundo cotidiano. Unas muestras:

Le obsesionaban la religión y la caridad meteorológica.

Fue expulsado de la universidad por tener profilácticos entre sus pertenencias.

A la hora de salir le costaba encontrar sus sombrero y los zapatos correctos.

Trabajó en su jardín hasta el último día. Cultivaba raras especies de manzanos.

Aficionado a los crucigramas.


Santos Domínguez