25/9/09

Handke. Vivir sin poesía


Peter Handke.
Vivir sin poesía.
Poesía completa 1965-2007
.
Traducción y prólogo de Sandra Santana
Bartleby Editores. Madrid, 2009.

Dos años después de que apareciese la edición original en alemán, Bartleby acaba de publicar en edición bilingüe Vivir sin poesía, que recoge la poesía completa de Peter Handke.

Handke, conocido sobre todo como narrador, ha tenido sin embargo una antigua, constante y problemática relación con la poesía desde hace más de cuarenta años. Se resistió hasta hace dos años a reunir en un volumen una obra poética que es coherente con su mundo narrativo, porque comparten ambos un núcleo común: el planteamiento de la literatura como un viaje al mundo interior para fijar los límites de las palabras, las limitaciones del yo y expresar el aislamiento del individuo frente al mundo exterior.

Es la primera vez que se traduce al español la totalidad de la obra poética del austriaco, una labor nada fácil de la que se ha ocupado con solvencia y brillantez Sandra Santana.

Labor nada fácil porque si traducir poesía es siempre un reto exigente, traducir a Handke es un desafío mayor, sobre todo en sus poemas más vanguardistas, los que forman su primer libro, El mundo interior del mundo exterior del mundo interior, que se publicó en 1969.

Los casi cuarenta poemas que integran ese primer libro reflejan la precariedad de la lengua para hacer inteligible la realidad, la limitación de las palabras que esconden su sentido. Y ese punto de partida da lugar a una poesía de experimentación y ruptura que enlaza con los poetas de la vanguardia. Experimentación con la materia visual y sonora, con la imagen y el sonido para alejarse deliberadamente de la lengua estándar y reflejar la crisis de identidad del hombre contemporáneo.

Los primeros textos poéticos de Handke contienen ecos evidentes de la literatura y el pensamiento vienés del fin de siglo y conectan su planteamiento creativo con el pensamiento de Hugo Von Hofmannsthal y Wittgenstein acerca de las limitaciones de la lengua para explicar el mundo y para comunicarse con él.

Como Worsdworth, como Walser, como Claudio Rodríguez y otros escritores contemporáneos, Handke es un poeta paseante, un escritor que hace del paseo no sólo una actividad física, sino el motor del pensamiento y una escritura en crisis que se cuestiona permanentemente a sí misma:

El poeta lírico está cómodamente sentado en casa.
El poeta épico recorre las colinas.
El épico épico irá a parar a los barcos.


Tal vez por eso, su segundo libro se titula significativamente El fin del deambular y supone un cambio de actitud: hacia una mayor contención verbal, hacia la brevedad y la expresión de las emociones en textos contemplativos e impresionistas que recuerdan la poesía oriental en sus pinceladas ágiles y rápidas para hablar de la naturaleza y de los objetos:

El mirlo sobre la cubierta de la fuente,
silueta de amanecer.
Un ciclista en el canal,
silueta de atardecer.
Orión brilla tras la
rama del manzano,
silueta de invierno.

Como en ese texto, temporalidad y duración recorren la poesía de Handke y se desarrollan progresivamente a partir de su tercer libro con una voluntad narrativa que alcanza su momento más alto de calidad en el largo e intenso Poema a la duración, quizá el texto fundamental de la poesía de Handke, una perturbadora experiencia de lectura.

Y a medida que esos temas se convierten en centrales en los largos poemas narrativos de Vivir sin poesía, su impulso meditativo va abriendo una posible vía de comunicación entre el interior del poeta y la realidad exterior a través de la literatura, la única actividad capaz de tender puentes para recosntruir esos vínculos rotos entre el poeta y el mundo:

ahora, la mayoría de las veces es con la actividad de la escritura
cuando me entran unas poéticas ganas de mundo.


Santos Domínguez