8/5/10

Poesía completa de Miguel Hernández


Miguel Hernández.
Obra poética completa.
Introducción, estudios y notas
de Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia.
Alianza Literaria. Madrid, 2010.


Vida, amor y muerte dibujan el triángulo que resume la obra poética de Miguel Hernández, ligada a la tierra y a lo telúrico de forma radical. Tal vez pensaba en eso Neruda, uno de sus maestros esenciales, cuando vio un “aura de tierra en torno a él.” Lo cierto es que la poesía de Miguel Hernández busca siempre un espacio intermedio entre las profundidades mineras y los ímpetus astrales. Y encuentra ese espacio propio en el amor, en el paisaje o en el compromiso.

Con motivo del centenario del poeta, Alianza publica una versión revisada de la poesía completa de Miguel Hernández, que editaron por primera vez Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia en 1976.

Es una inmejorable manera de repasar la evolución asombrosa de una poesía que en apenas diez años se depura expresivamente y encuentra su voz propia a lo largo de un proceso muy rápido: entre el mes de enero de 1930, en que publica su primer poema en un periódico de Orihuela, y finales de septiembre de 1939, cuando antes de ser detenido por segunda vez deja a su mujer una libreta con el Cancionero y romancero de ausencias.

Esa evolución va desde el ejercicio vanguardista y neogongorino de Perito en lunas hasta los sonetos de El rayo que no cesa, en el que se conjuran las influencias de Garcilaso, Neruda y Aleixandre en la construcción de su voz propia. Y de ahí a la combativa poesía de guerra de Viento del pueblo y El hombre acecha, y al póstumo y carcelario Cancionero y romancero de ausencias.

Es una evolución que pasa de la poesía pura a la impura, del catolicismo militante al compromiso revolucionario, de Sijé a Neruda, de Bergamín a Aleixandre, del cultismo libresco al canto llano, del hermetismo a la expresión directa de la vida, el amor, la guerra o la muerte, de la poesía elíptica al neopopularismo intimista del Cancionero y romancero de ausencias, escrito entre dos derrotas, la muerte del hijo y la pérdida de la guerra.

Una evolución que alcanza su cima poética en el espléndido tríptico que tituló Hijo de la luz y de la sombra. En ese texto, el que más trabajó y del que se conservan siete versiones que marcan su proceso de escritura, está el testamento poético del mejor Miguel Hernández, dueño de una voz poética inconfundible y de un potentísimo mundo de imágenes.

Un Miguel Hernández que iba siendo ya una torre de heridas / que se desploma.

Santos Domínguez