20/2/12

García Márquez oral


Gabriel García Márquez.
Yo no vengo a decir un discurso.
Debolsillo. Barcelona, 2012.


En Yo no vengo a decir un discurso, que acaba de aparecer en edición de bolsillo, se reúnen veintidós textos que García Márquez redactó para leerlos en público.

Es un García Márquez oral, que empezó en esa tarea -que siempre consideró tan terrorífica como los viajes en avión- incluso antes de que se despertase en él la vocación literaria.

Porque el volumen que ahora publica Debolsillo toma su título de un fragmento del primer discurso que pronunció García Márquez en el Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá. Tenía apenas 17 años cuando escribió La academia del deber para despedir a una promoción de estudiantes que acababan los estudios en el instituto y se disponían a ingresar en la universidad.

Entre ese discurso inicial, del 17 de noviembre de 1944, y el que cierra el libro (Un alma abierta para ser llenada con mensajes en castellano), pronunciado el 26 de marzo de 2007, han transcurrido más de sesenta años, pero sobre todo han ocurrido episodios tan prodigiosos para la literatura universal y la lengua española como El coronel no tiene quien le escriba, Cien años de soledad, El otoño del patriarca o El amor en los tiempos del cólera.

Junto con sus discursos más conocidos, como La soledad de América Latina, que leyó en la recepción del Nobel, o Botella al mar para el dios de las palabras, están aquí los homenajes a sus amigos: el espléndido Mi amigo Mutis o El argentino que se hizo querer de todos, que conmemoraba los veinte años de la muerte de Cortázar; sus reflexiones sobre el futuro y el papel de la cultura y la creación en Palabras para un nuevo milenio; su inquietud por el medio ambiente en Una alianza ecológica de América Latina o su preocupación por Colombia en La patria amada aunque distante.

Por eso estos textos, pensados para conferencias o para discursos, son una iluminación, un acompañamiento y una explicación de su mundo literario -Cómo comencé a escribir-, de su oficio como escritor y como periodista -Periodismo: el mejor oficio del mundo-, de su método y de sus compromisos éticos y políticos -El cataclismo de Damocles- o de su relación con el cine -Una idea indestructible.

Pero son mucho más que eso. Tienen también un valor propio que los mantiene en pie como textos literarios, porque muchos de ellos contienen el embrión de algunos relatos o desarrollan una historia con el talento característico de García Márquez y la prosa impecable de un narrador cercano y directo, apasionado y comprometido, combativo y utópico.

Santos Domínguez