21/9/12

Edward Thomas.Traducciones simultáneas




Edward Thomas.
Poesía completa.
Edición, traducción y notas de
Gabriel Insausti Herrera.
Pre-Textos. Valencia, 2012.



Edward Thomas.
Poesía completa.
Traducción de Ben Clark.
Linteo. Orense, 2012.

Auden, Larkin, Brodsky, Heaney, Walcott. Son no sólo cinco referentes imprescindibles de la poesía contemporánea en lengua inglesa. Son también algunos de los más conocidos admiradores de la poesía de Edward Thomas (Londres, 1878 -Arras, 1917), autor de vida breve y de ciento cuarenta y dos textos que constituyen toda su obra poética.

Apenas conocido en español salvo por la traducción de Ben Clark y Borja Aguiló de una pequeña parte de esos textos en Tengo una cita con la muerte, aparece su obra poética completa en dos traducciones simultáneas, la de Gabriel Insausti en Pre-Textos y la de Ben Clark en Linteo.

Escribió toda su poesía en los dos últimos años de su vida, con la intensidad y la maduración vertiginosa de quien sabía que podía morir en los campos de batalla durante la Primera Guerra Mundial, lo que finalmente ocurrió el domingo de resurrección de 1917 en la batalla de Arras.

Como Thomas Hardy, uno de los autores que más influyeron en su obra, pasó de la prosa al verso en un proceso de evolución inusual que invierte los términos habituales, porque lo más frecuente es que el poeta adolescente se convierta en narrador maduro y no lo contrario.

En todo caso, cuando Edward Thomas empieza a escribir poesía tiene a sus espaldas una larga y acreditada trayectoria de veinte libros en prosa, lo que explica en parte la solvencia de sus poemas desde el principio.

Su poesía –lo explicaba él mismo- quintaesenciaba el mundo literario que había construido en esos libros. Por eso, Thomas no es exactamente un poeta de la guerra, sino un autor que se inscribe en la tradición bucólica de las baladas de Wordsworth para unir biografía y naturaleza en un marco paisajístico único: el escenario campestre de South Country, una suerte de paraíso perdido en el que transcurrieron su infancia y su adolescencia.

Thomas escribió la totalidad de su poesía durante la guerra, pero la reflejó en sus versos de manera indirecta y crítica. Sus textos son el testimonio de una Inglaterra tradicional y rural, de una forma de vida en extinción y de una civilización amenazada.

Fue más un poeta de la naturaleza que un poeta de la guerra, que está siempre en el fondo implícito de los campos abandonados y de una naturaleza asilvestrada de la que ha desaparecido la mano agricultora del hombre.

Su núcleo son las cosas del campo de las que escribió entre nosotros alguien tan influido por el tono y los temas de la poesía inglesa como José Antonio Muñoz Rojas. Son versos humildes, de tono apagado, unos “versos débiles” a primera vista -como destacó Derek Walcott- que describen un mundo de pájaros y de prados, de estanques y colinas, de árboles y canciones viejas, de caminos bajo la niebla y paisajes lluviosos.

Apoyados en la mirada y en el oído, descriptivos en su superficie pero dotados de un sentido que se apoya en un tratamiento simbólico del paisaje, los poemas de Thomas son una excepción de calidad en la avalancha de poesía patética e intranscendente que escribieron los soldados ingleses en la Gran Guerra.

Bastan versos como estos, que cierran su poema Libertad, para comprobarlo. Los transcribo en la versión de Gabriel Insausti:

Sigo amando el dolor, amando a medias
lo imperfecto, con lágrimas y risas,
con cuanto tiene un fin, con vida y tierra
y esta sombra que soy bajo la luna.

Santos Domínguez