17/9/12

Toba Tek Singh


Saadat Hasan Manto.
Toba Tek Singh.
Traducción del urdu y prólogo
de Rocío Moriones Alonso.
Contraseña editorial. Zaragoza, 2012.

Como “el maestro indiscutible del relato moderno de la India” reconocía Salman Rushdie a Saadat Hasan Manto, que nació hace ahora un siglo y escribió en urdu, una de las lenguas de la India y lengua oficial de Paquistán.

Entre el Punyab, donde nació en 1912, y Lahore, en donde murió en 1955 tras una vida marcada por el desengaño, la autodestrucción y la bebida, transcurrió la vida de Manto, autor de centenares de relatos de los que este volumen ofrece una selección significativa de catorce textos centrados en la sexualidad, la infancia, la situación de la mujer y sobre todo los conflictos provocados por la partición de la India y la segregación de Paquistán, que sufrió en primera persona.

Porque esa partición que marcó un antes y un después en la historia de la India fue un hecho que partió en dos la biografía y la obra de Manto y constituye también la clave fundamental del universo narrativo y moral de un escritor deslumbrante formado en gran medida en la lectura de los clásicos de la narrativa europea del siglo XIX, con Maupassant a la cabeza, a los que tradujo y de los que aprendió los fundamentos técnicos del relato breve, que combinó con una creciente influencia de la técnica cinematográfica.

Un prólogo de la traductora, Rocío Moriones, que traza una panorámica de la lengua y la literatura en urdu y hace un breve análisis de la narrativa de Manto, abre la edición de esta antología, que toma su título del que probablemente sea el relato más emblemático del autor: una alegoría de la partición a través de dos manicomios, uno de la India, el otro, de Paquistán, una ridiculización intemporal de los nacionalismos y las fronteras:

Hubo un loco que se armó tal jaleo con aquel galimatías de Paquistán y la India, y la India y Paquistán, que se volvió más loco aún. Un día, mientras estaba barriendo el suelo, trepó a un árbol y se sentó en una rama, y estuvo dos horas seguidas dando un discurso sobre la espinosa cuestión de la India y Paquistán. Cuando los guardas le dijeron que bajara, trepó más arriba aún, y, cuando lo amenazaron, dijo:

- ¡Yo no quiero vivir ni en la India ni en Paquistán, quiero quedarme en este árbol!


Obsceno, irónico e irreverente, revolucionario o reaccionario, provocador y disoluto, alcohólico y pobre, Manto reflejó en su vida y en su obra las contradicciones y las tensiones de la India, los conflictos religiosos y sociales entre los sijs y los musulmanes. Ese fanatismo religioso es el telón de fondo del espléndido Mozel, uno de los mejores relatos del libro.

Pero además de un testigo incómodo, Manto fue un maestro de la descripción y las técnicas elusivas: de la elipsis narrativa y de los finales abiertos; construyó sus relatos desde dentro hacia fuera, con una mirada que arranca del mundo interior del personaje o ahonda introspectivamente en su carácter, y combinó con equilibrio la narración y el diálogo, las voces del narrador y de los personajes en una tonalidad narrativa que recuerda con frecuencia a Chejov.

Es la segunda vez que se traduce una obra del urdu al español. En la otra ocasión, la misma traductora, Rocío Moriones Alonso, ofreció en Atalanta una brillante versión de Aroma de alcanfor, tan impecable como esta.

Santos Domínguez