30/10/12

Drácula, un monstruo sin reflejo

Drácula, un monstruo sin reflejo.
Cien años sin Bram Stoker (1912-2012).
Reino de Cordelia. Madrid, 2012.
Así se titulaba la exposición de imágenes que organizó la Fundación Luis Seoane de La Coruña con motivo del centenario de la muerte de Bram Stoker. Poco después, un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo complementaba esa exposición con una serie de conferencias sobre el autor y el monstruo.
El resultado de esas actividades se plasma en  Drácula, un monstruo sin reflejo. Cien años sin Bram Stoker (1912-2012), un espectacular volumen, coordinado por Jesús Egido, que publica Reino de Cordelia y en el que se reúnen distintos asedios al mito de Drácula y a su creador.

Antes que nada, el libro se plantea como una reivindicación de la figura de Stoker, que – como recuerda el editor- le quitó la novia a Oscar Wilde, se carteó con Walt Whitman y mantuvo una cordial amistad con Mark Twain. Y sobre el creador del mito escriben Jesús Egido -Cien años sin Bram Stoker- y Óscar Palmer -El padre del vampiro.

Pero el desarrollo de la obra excede con mucho de ese propósito:  además de un recorrido por la biografía de su autor, se analiza el proceso de composición de la novela, su repercusión en la literatura, en el cine –encarnado por Bela Lugosi o Cristopher Lee-, la ilustración, el cómic, su llamada a las zonas oscuras de la conciencia, su presencia en el inconsciente colectivo son algunos de los aspectos que se abordan en esta obra sobre el mito vampírico.

Y así Luis Alberto de Cuenca recorre el largo proceso creativo y la historia editorial de esa novela y sus traducciones en España; Jesús Palacios recoge en Vampiro cañí un conjunto de anotaciones sobre la repercusión del vampirismo en la literatura hispánica, con Joan Perucho a la cabeza; Javier Alcázar repasa exhaustivamente los cómics de vampiros y las adaptaciones de la novela en Viñetas de sangre, con secuelas como Vampirella, dibujada por Pepe González y Enric Torres; José Luis Castro de Paz rastrea las formas de Drácula entre las sombras del cinematógrafo desde el Nosferatu de Murnau hasta la saga Crepúsculo; y Emma Cohen recuerda a los vampiros del cine español, donde La torre de los siete jorobados de Edgar Neville es ya un clásico.

Drácula, un monstruo sin reflejo, contiene también una antología gráfica de representaciones del conde transilvano. Es un amplio catálogo de más de cien fotogramas e ilustraciones que proponen o sugieren imágenes de una criatura en cuya esencia está no producir sombra –aunque su fama haya ensombrecido la de su autor-  ni reflejarse en los espejos.

Cierran el volumen dos relatos vampíricos, El invitado de Drácula, una precuela del mismo Bram Stoker, y un cuento de Emilia Pardo Bazán, Vampiro, la primera narración de vampiros de la literatura española.

Santos Domínguez