12/1/13

Sofia Fedórchenko. El pueblo en la guerra



Sofia Fedórchenko.
El pueblo en la guerra.
Testimonios de soldados en el frente 
de la Primera Guerra Mundial.
Introducción de Elias Canetti.
Prólogo de Jaime Fernández Martín.
Traducción del ruso de Olga Korobenko.
Hermida Editores. Madrid, 2012.

Para inaugurar su colección El jardín de Epicuro, Hermida Editores publica un libro excepcional, El pueblo en la guerra, de Sofia Fedórchenko, una enfermera que recopiló los testimonios orales de los soldados rusos heridos en 1915 y 1916 en el frente oriental de Prusia durante la Primera Guerra Mundial.

En uno de los apuntes de El corazón secreto del reloj, en un texto que se recupera en esta edición como nota introductoria, Elias Canetti habla de este libro, que le había acompañado durante  cincuenta y tres años, en estos términos:  “Todo es de una gran verdad y suena como la mejor literatura rusa que uno ama, y quizá esa literatura sea tan buena porque en ella se habla como lo hacen esos soldados heridos, la mayoría de los cuales son analfabetos.”

Ha tenido que pasar casi un siglo para que se traduzca por primera vez al castellano este conjunto de testimonios que tienen la fuerza oral de quienes habían sufrido la experiencia límite de la guerra y dejan en el lector una huella tan indeleble como la que reconocieron Gorki, Thomas Mann y el mismo Canetti, que valoraba este libro como "la imagen de la Primera Guerra Mundial más fiel y verdadera que conozco, no escrita por un escritor, sino hablada por personas que, sin sospecharlo, son todos escritores."

Sofia Fedórchenko recopiló esta suma de horrores, que fue anotando al vuelo, con minuciosa observación y sobrecogimiento como estenogramas, y construyó con ellos un coro de fragmentos rápidos que ganan así en intensidad y fuerza expresiva. Se publicó por primera vez en Kiev en 1917 con el subtítulo Apuntes tomados en el frente.

Ignoro si en ruso existe el mismo matiz que diferencia en español El pueblo en guerra de El pueblo en la guerra, pero ese matiz diferencial es decisivo para entender la perspectiva de los soldados heridos que hablan en esta obra y reflejan la crueldad y los desastres de la guerra, porque no formaban parte de un pueblo en guerra, sino de un pueblo llevado a la fuerza a la guerra.

Aquellos ocho millones de soldados eran campesinos y obreros de la Rusia zarista, mandados por terratenientes feudales que los utilizaban como a los siervos de la Edad Media.

La ropa que llevamos es del zar, / pero el pellejo es nuestro, cantaban aquellos soldados que sabían que no eran suyas ni la causa patriótica, ni la disciplina ni la ropa que llevaban; solo la carne de cañón, frágil y dolorosa, expuesta al fuego de la artillería alemana y de unos fusiles poderosos como cañones, a las enfermedades y a las bayonetas de la infantería en la lucha cuerpo a cuerpo.

Pero no les faltaba la lucidez necesaria para expresarse así, como portavoces de los soldados de cualquier guerra: ¿El porqué de la guerra?... Los mercaderes han hecho un mal negocio y nos hacen pringar a nosotros...

Santos Domínguez