1/2/13

Rilke en Ronda


Rainer Maria Rilke.
En Ronda.
Cartas y poemas.
Prólogo de Anthony Stephens.
Traducción de Mariano Peyrou, 
Juan Andrés García Román y Manuel Arranz. 
Pre-Textos. Valencia, 2012.

Ronda tiene mucho que ofrecerme, /.../ es el lugar justo para quedarme una temporada, escribía Rilke el 18 de diciembre de 1912 en una carta a su amiga Sidonie Nádherny.

El poeta había llegado a Ronda en diciembre de 1912 y se quedaría en el Hotel Reina Victoria hasta febrero de 1913.

Era aquel un momento crucial en la trayectoria vital y poética de Rilke, en quien vida y poesía son tan ejemplarmente inseparables como en Juan Ramón Jiménez. No hacía mucho que había iniciado la que Antonio Pau, sin duda el mejor especialista en Rilke en España, llama su etapa cósmica, que aspira a fundir lo interior y lo exterior, a expresar la unidad de lo visible y lo invisible, a encontrar en el interior del poeta el espacio interior del mundo.

Había llegado a la ciudad casi por casualidad, después de la experiencia intensa en un Toledo atravesado por el recuerdo de El Greco, de pasar por el milagro de Córdoba y de tener una mala experiencia de Sevilla, extrañamente desagradable, como escribe en una de las cartas de este espléndido volumen que reúne los textos que escribió en Ronda y que publica Pre-Textos, en coedición con la Real Maestranza de Caballería de Ronda, en su colección Textos y Pretextos.

Ronda fue para Rilke una sorpresa y un descubrimiento, como destaca en su prólogo Anthony Stephens. En aquella ciudad, antigua, extraña y asombrosa, llegó al límite de la crisis poética que se había desencadenado tras escribir las dos primeras Elegías de Duino a principios de 1912.

Aquella angustia creativa, complicada con una aguda crisis religiosa que experimentó después de estar en Córdoba, lo puso al borde del suicidio, aunque finalmente recuperó su voz en unos días de enero de 1913 en los que escribió febrilmente algunos poemas fundamentales en su obra: La trilogía española, Al ángel y parte de lo que sería la Sexta elegía de Duino.

Completa el volumen un espléndido Álbum de Ronda con imágenes que justifican el impacto que produjo en Rilke aquella ciudad. Las cartas que escribió en Ronda reflejan la impresión imborrable que le dejó un paisaje que inmortalizó con la figura de un ángel nocturno dibujado sobre un alto fondo de estrellas:

Alzado candelabro, rotundo sobre el límite y sereno...

Santos Domínguez