5/11/13

Almanaque de asombros



Ángel Olgoso.
Claudio Sánchez Viveros.
Almanaque de asombros.
Ediciones Traspiés. Granada, 2013.

Florilegio de rarezas y selva de prodigios, inventario erudito de maravillas y gavilla de hechos peregrinos y curiosos.

Todo eso es Almanaque de asombros, un relato que Ángel Olgoso publicó en 1994 y que recupera Ediciones Traspiés en una bellísima edición exenta ilustrada por Claudio Sánchez Viveros.

Una demostración de virtuosismo del admirable narrador que es Ángel Olgoso, que transcribe –con el viejo y eficaz recurso del manuscrito hallado- los textos inéditos de su antepasado renacentista Bautista Fulgoso, cuyos manuscritos, cuenta su descendiente en el prólogo, nutrieron de invenciones la Silva de varia lección de Pero Mexía y aportaron materiales narrativos al Jardín de flores curiosas de Antonio de Torquemada.

De aquel infolio rescatado solo permanecían legibles trece de sus cincuenta hojas frágiles maltratadas por el tiempo. Con ellas y con las ilustraciones de línea clara de Claudio Sánchez Viveros, este Almanaque de asombros propone un diálogo múltiple entre la palabra y la imagen, entre el pasado y el presente, entre la fantasía y la realidad.

A través de diez relatos en los que no faltan el humor y la parodia se reconstruye una suerte de prehistoria de la literatura fantástica en una época en la que la ciencia no había delimitado aún el límite de la magia y la física, de la realidad y el sueño, de lo natural y lo sobrenatural.

Y así, el filósofo natural Fulgoso hace quinientos años describe, con verosimilitud creíble y con fundamento textual en los sabios antiguos, un asombroso mundo de prodigios en donde un sapo se alimenta de piedras y un cirujano sanador sutura sombras a las que repara las costuras; donde se comercia con el elixir de la inmortalidad y se localiza la boca del infierno cerca de Carrión; donde hay un pez mujer, sirena inversa, que vara en la orilla del mar de Albuñol herida de una pedrada infantil y el demonio penetra por las bocas abiertas de los durmientes; donde hay montañesas leves y volátiles y se indaga en las características sutiles del miembro de los ángeles; y hay calaveras que chillan y protestan de las mudanzas de osarios; donde se encuentran los antecedentes de la viagra que permiten doce encuentros por noche, uno por cada lombriz ingerida y se revela el secreto del santo sepulcro en donde entierran a una puta galiciana.

Un retablo de maravillas sin trampa ni cartón, hecho de verdades y asombros que viven en la buena literatura y la potente voz narrativa, aun impostada en la transcripción, de Ángel Olgoso y en su excelente prosa.

Santos Domínguez