20/11/13

Cortázar. Clases de literatura


Julio Cortázar.
Clases de literatura.
Berkeley, 1980.
Edición de Carles Álvarez Garriga.
Alfaguara. Madrid, 2013.

Como “el profesor menos pedante del mundo” caracteriza Carles Álvarez Garriga a Julio Cortázar en el prólogo de la edición que ha preparado de las Clases de literatura que el escritor argentino dio en la universidad de Berkeley en octubre y noviembre de 1980.

Hasta esta edición, que acaba de publicar Alfaguara, no había sido publicado el texto de esas ocho clases cuyo contenido estaba grabado en quince discos que recogen trece horas de charla con fidelidad al cercano tono oral originario, cuya transcripción –casi literal, porque se han eliminado las muletillas y los rasgos más puramente coloquiales- ha dado lugar a este espléndido volumen.

De la frescura y la cercanía de esas clases y de la capacidad de improvisación del Cortázar oral da cuenta este párrafo, que más que una declaración de principios parece lo que los clásicos llamaban una captatio benevolentiae:

Tienen que saber que estos cursos los estoy improvisando muy poco antes de que ustedes vengan aquí: no soy sistemático, no soy ni un crítico ni un teórico, de modo que a medida que se me van planteando los problemas de trabajo, busco soluciones. 

Pese a todo, pese a que el nivel de los más de cien alumnos que asistieron a las clases estaba muy por debajo de lo que Cortázar esperaba, hay en estas páginas análisis y claves que el autor aporta sobre sus cuentos y sus novelas, lo que hace de ellas un material imprescindible para entender su mundo narrativo.

En 1980, su último año feliz, porque poco después enfermaría Carole Dunlop, su segunda mujer y la autora de la fotografía que ilustra la portada de este libro, que murió en 1982 y a la que sobrevivió solo dos años, Cortázar impartió en Berkeley estas ocho clases de dos horas que incluían un descanso de media hora y un coloquio. 

De ese formato, tan del gusto de quien en Rayuela y en sus mejores cuentos precisa de la complicidad activa del lector, habla así el editor de este volumen:

"Las jornadas tienen dos partes; en la primera se da lección, en la segunda se establece un diálogo con los alumnos y se habla ya no sólo de literatura sino también de política, de música, de cine. Cortázar logra una vez más que quien se acerque a él no se comporte pasivamente: ofrece, y consigue, la complicidad que es la clave de todo aprendizaje."

Cortázar se había negado en otras ocasiones a viajar a los Estados Unidos, tan cómplices y promotores de golpes de estado y dictaduras sanguinarias en Centroamérica y el Cono Sur y sin embargo tan escrupulosos defensores de la democracia en Cuba frente a la revolución castrista.

E inevitablemente, Cuba, Nicaragua, El Salvador y las intervenciones golpistas de los Estados Unido surgen en la charla con los alumnos a propósito del Libro de Manuel y de Fantomas contra los vampiros multinacionales.

Pero aunque la ética y el compromiso del escritor con la realidad latinoamericana están presentes en muchos momentos, no son un asunto central en estas clases en las que Cortázar, como quien no quiere la cosa, desgrana las claves de su universo literario y de su método de escritura.

Y así explica los motivos que le llevaron a escribir Los premios, su primera novela, o el método de composición y la historia física de Rayuela, describe la morfología de cuentos esenciales como El perseguidor, su concepción del relato fantástico, declara su admiración por Poe, Bierce o Borges, analiza el tratamiento del tiempo y del espacio en sus cuentos más prodigiosos: Casa tomada, La isla a mediodía o La noche boca arriba, hace una disección muy detenida y meticulosa de La autopista del Sur, celebra el humor de los cronopios y de un tal Lucas, aborda la irrupción de lo fantástico en un relato realista como Apocalipsis de Solentiname, destaca la influencia del realismo simbólico que la narrativa latinoamericana hereda de Kafka, defiende la musicalidad de la prosa y la importancia del fluir del ritmo narrativo sin comas frente a los correctores de estilo, habla de la escritura lúdica de Rayuela y de las Historias de cronopios y de famas, o rastrea la presencia del erotismo en la literatura.

En apéndice se recogen dos conferencias -La literatura latinoamericana de nuestro tiempo y Realidad y literatura- que también pronunció en Berkeley y que completan el magisterio de un autor deslumbrante en su obra escrita y en la distancia corta ante un auditorio, dueño de un mundo literario y consciente de los resortes que lo ponen en movimiento.

Dos semanas después de terminado el curso, el 18 de diciembre de 1980, un entusiasta Cortázar en estado puro le decía a Guillermo Schavelzon en una carta:

Mi curso en Berkeley fue excelente para mí y creo que para los estudiantes, no así para el departamento de español que lamentará siempre haberme invitado; les dejé una imagen de “rojo” tal como la que se puede tener en los ambientes académicos de los USA, y les demolí la metodología, las jerarquías prof/alumno, las escalas de valores, etc. En suma, que valía la pena y me divertí.

Como se divertirá sin duda el lector de estas Clases de literatura.

Santos Domínguez