26/9/14

Atxaga. El paraíso y los gatos


Bernardo Atxaga.
El paraíso y los gatos.
Libro y CD con la voz del poeta.
Círculo de Bellas Artes. Madrid, 2012.

¿Dónde está el paraíso? 

Esa es la pregunta que sirve como hilo conductor del relato que utilizó Bernardo Atxaga en su lectura en el Círculo de Bellas Artes en marzo de 2012, una charla acompañada por los contrapuntos musicales de Jabier Muguruza.

El texto escrito para la ocasión y el CD que recoge su testimonio sonoro los edita el Circulo en su colección de poesía en el volumen El paraíso y los gatos. Porque la primera pregunta, tan trascendental, tan seria, la matiza y la adelgaza humorísticamente Atxaga con esta otra: ¿Qué será el paraíso para los gatos? 

Se lo pregunta directamente a un gato rubio en Arantzazu:

Gato, gato -le dije-, escucha gato, mish, mosh,
escucha y dime, ¿qué es para ti el paraíso?
¿Eres feliz en este muro de piedra? ¿Eres feliz 
con tu sol y tus pedazos de merluza?
¿Necesitarías algo más, mish, mosh, gato,
para sentirte en el paraíso, gato, mish, mosh, rubio?
Miau mi ma mo mo, dijo el gato levantando la cabeza.
"Lo entiendo", dije. Miau mi ma mo mo. Pero, en concreto, 
¿qué más necesitarías para sentir que estás en el paraíso?
Sex, -exclamó, maulló él. Wild sex! ¡Sexo animal!
Saltó del muro y escapó hacia un bosque, mi, ma, miau, sex, mo!

Aquella lectura formó parte de un homenaje a la lengua vasca y por eso el volumen incorpora un Epílogo con dos poemas y dos lenguas en el que se recogen en edición bilingüe dos textos, Un día finlandés y Written in USA, un espléndido poema -relacionado con el mundo y el tono de su reciente Días de Nevada- en el que Atxaga pasea por América del Norte y evoca a Virgilio como un profeta fracasado de la alegría.

Cierra el volumen un texto sobre el valor y el lugar de la utopía, con el que se completa esta reflexión sobre la búsqueda de la felicidad, sobre un paraíso elemental en el que se aspira a estar al menos seis horas, que son las que dicen que estuvo el mismísimo Adán antes de lo de la manzana.

Paraíso ahora, paraíso aquí, como en la contestación del cura que deja de piedra a las estatuas de la basílica y que suscribiría el gato sin dudarlo:

- ¿Que dónde está el paraíso? Pues aquí mismo, Margarita. ¿Para qué ir más lejos?


Santos Domínguez