6/11/14

Javier Egea. Poesía completa


Javier Egea.
Poesía completa. 
Volumen I.
Prólogo de Manuel Rico.
Edición de José Luis Alcántara 
y Juan Antonio Hernández García.
Bartleby Ediciones. Madrid, 2011.


De Troppo mare -un libro escrito dos años antes que Paseo de los tristes, aunque se publicó después- a Raro de luna, el último que se publicó en vida del autor, la trayectoria de Javier Egea traza entre esos dos títulos esenciales una de las aventuras poéticas más perdurables de la poesía española de los 80.

A recuperarla y a fijar su importancia contribuyó de una manera decisiva la publicación en dos tomos de su Poesía completa en Bartleby en una edición preparada por José Luis Alcántara y Juan Antonio Hernández García y presentada por un espléndido prólogo en el que Manuel Rico, además de denunciar el silencio menos incomprensible que interesado que ha rodeado la poesía de Egea desde los noventa, destacaba la individualidad peculiar de su voz: ''la gravedad de la reflexión de Egea y la lente, teñida por el pesimismo y por lo oscuro, que aplica en su mirada a la vida cotidiana lo alejan /.../ de la poesía figurativa que dominaría la realidad lírica de España en la década de los ochenta y de la que escribían sus compañeros de manifiesto."

Entre el primer verso – Extraño tanto mar, raro este cielo- de Troppo mare, título tomado de un poema de Pavese, y el que cierra el libro –Hoy sólo sé que existo y amanece- hay un itinerario vital que va desde el dolor a la esperanza y que proyecta la soledad, la búsqueda de la identidad y la historia personal en un paisaje que se extiende desde la Alpujarra al Cabo de Gata y a la Isleta del Moro donde Javier Egea escribió estos textos que cifran en buena medida el conjunto de su obra:

Para seguir viviendo he dejado mi nombre
sobre papeles grises y palabras vacías.
Aquí, de pie, viajero, me abrazo a las estrellas
en el último gesto, prisionero del cielo.

Una obra cuyas claves explica en su prólogo “Realidad, lucidez y poesía: una lectura de la obra de Javier Egea” Manuel Rico, que señala que “un libro como Troppo mare o gran parte de los poemas de Raro de luna son inclasificables desde la óptica de la poesía figurativa.”

Y es que hay en ese libro una potencia visionaria e irracionalista que culminará en Raro de luna y que no deja de percibirse en los poemas desolados y urbanos que hablan del amor y de la muerte en Paseo de los tristes:

Quizá me confundí de calle y de aventura
pero ya me conocen sus farolas y el alba,
ya conocen mi sombra, mi canción, mi tristeza
y esta costumbre vieja de andar erguido y solo.

Raro de luna es tal vez la obra más arriesgada de Javier Egea, que en sus propias palabras es “un libro de poemas introspectivo”, el fruto poético de una experiencia psicoanalítica que se concretó en “un surrealismo controlado”, como lo definió el mismo poeta.

Egea exploró en sus versos de apariencia tradicional el paisaje oscuro del subconsciente sobre el telón de fondo simbólico y marginal del conde vampiro, el Príncipe de la noche en quien se centra la segunda parte de Raro de luna:

Va tocado del ala el negro conde

Encendidos sus ojos sobre mis ojos pone
una fiebre violeta de envenenadas flores

Yo le dejo añadido mi veneno a su goce:
la certeza de un tiempo de libres cuellos jóvenes

Aún me verás ahora como me viste entonces
abrazado a las sombras de pálidos amores
despeñarme a la grupa de tus potros veloces

Va tocado del ala el negro conde

Pero sobre los sueños al filo de las doce
se oye un batir de alas príncipe de la noche



Javier Egea.
Poesía completa. 
Volumen II.
Obra dispersa e inédita.
Prólogo de Jairo García Jaramillo.
Edición de José Luis Alcántara 
y Juan Antonio Hernández García.
Bartleby Ediciones. Madrid, 2012.

Ahora ya tengo el humo de tus ojos, escribía Javier Egea en el último de los poemas que Bartleby recoge en el segundo volumen de su poesía completa con cerca de medio millar de textos dispersos o inéditos.

El poema del que forma parte ese texto lo escribió Egea en julio de 1999, pocos días antes de suicidarse. Aquella desaparición física, concreción radical o paralelismo sangriento de su salida de la escena literaria, abría las puertas del purgatorio para el poeta granadinoy lo confinaba al silencio inexplicable al que se refería Manuel Rico en el prólogo del primer tomo.

Culminaba así una historia llena de ramificaciones turbias que empezó a superarse con la edición de estos dos tomos que contienen la obra poética completa del escritor granadino como parte de un proyecto que continuará con otros dos tomos con la prosa, el epistolario, los diarios, artículos y conferencias de Egea.

Con prólogo de Jairo García Jaramillo -"El poeta recobrado"- y edición de José Luis Alcántara y Juan Antonio Hernández García, el segundo volumen incluyó en orden cronológico cuarenta y cinco poemas conocidos que permanecían dispersos en revistas o en antologías, y un número diez veces mayor de inéditos, desconocidos o conocidos parcialmente porque Egea los leyera en algunos recitales.

Firmante con los también granadinos Luis García Montero y Álvaro Salvador del manifiesto La otra sentimentalidad, Javier Egea dejó a su muerte una gran cantidad de textos sin publicar –por desinterés, por inseguridad, por exigencia- que resumen su trayectoria y la diversidad de sus registros en treinta años de escritura, de la sátira de las Coplas a Carmen Romero al intimismo del Cuaderno de Elena.

La recuperación de su poesía completa salda, al menos parcialmente, la deuda con Egea y lo rescata de un silencio no tan inexplicable si se conocen unas claves  de las que es mejor ni hablar aquí.

Santos Domínguez