29/6/15

Equipaje de vacaciones. Narrativa




William Ospina.
El año del verano que nunca llegó.
Literatura Random House. Barcelona, 2015.

En 1816 a la primavera no la relevó el verano, sino una sucesión de nevadas y frentes de hielo que convirtieron a aquel verano que no llegó en el más frío del milenio. En medio de aquel clima enloquecido que provocó inundaciones y pestes y se convertía en un solo azote de frío desde los litorales de China hasta las más inaccesibles comarcas de Nueva Inglaterra transcurre la última novela de William Ospina, El año del verano que nunca llegó, que acaba de publicar Literatura Random House.

Aquellos atardeceres de barro y sangre que pintó Turner vieron morir bandadas de pájaros desorientados sobre los campos de batalla de las guerras napoleónicas, heridos por el recuerdo aún reciente de Waterloo.

Benjamin Franklin ya no vivía por entonces, pero años antes había intuido la relación directa entre las catástrofes naturales, el frío fuera de temporada y erupciones volcánicas como la que se produjo en la isla indonesia de Sumbawa, en medio del mar de Bali. Aquella gigantesca erupción del volcán en 1815, la más grande de los últimos mil años, fue la causante de un invierno universal que nubló las islas griegas, pobló de lobos los pinares de Transilvania y llenó de ceniza los crepúsculos mediterráneos.

Cerca de Ginebra, a orillas del lago Lemán, bajo esa extensa nube de sombra, un grupo de cinco extranjeros se reunía en la villa Diodati el 16 de junio de 1816: Lord Byron, su médico John Polidori, y Clara Clairmont, su amante adolescente, que le presentó a su hermanastra Mary Wollstonecraft (que luego sería Mary Shelley), y al poeta Percy Shelley.

Aquella noche, a la luz de las velas y a lo largo de tres días oscuros como una sola noche nacieron algunas de las pesadillas más recordadas de los tiempos modernos, dos mitos fundamentales de la modernidad: la criatura de Frankenstein y el vampiro, vastas criaturas de soledad y de rebeldía que brotaron de las pesadillas de Mary Wollstonecraft y las angustias de Polidori.

De eso trata esta novela portentosa escrita con una prosa envolvente que hipnotiza al lector con una fluidez y una potencia plástica admirables y basada en una historia que unía cosas extremas, abarcaba medio mundo, conjugaba fenómenos geológicos y meteorológicos con hechos históricos, personajes literarios y criaturas fantásticas.

Así resume Ospina el engranaje de la obra, la coherencia de su articulación narrativa:

Me sorprendió que la erupción de un volcán a mediados de 1815, en Indonesia, hubiera sido una de las causas eficientes del nacimiento en Occidente de la moderna leyenda del vampiro y de la pesadilla del ser viviente hecho con fragmentos de cadáveres.

Sentí el extraño agrado de ver cómo se unían en una sola historia, que yo presentía vagamente, las vidas de Byron y Shelley con la catástrofe de una erupción volcánica en los mares del sur, con un tsunami en las costas de Bali, con esa nube de azufre y ceniza y cristales volcánicos que ennegreció el cielo de la península de Indochina y que los monzones se fueron llevando hacia el norte, desatando el cólera en la India y ahogando muchedumbres en las inundaciones del Yangtsé y del río Amarillo.





Franz Kafka.
La condena.
Traducción de Carmen Gauger.
El libro de bolsillo. Alianza Editorial. Madrid, 2015.


Franz Kafka.
La muralla china.
Traducción de Adan Kovacsis.
El libro de bolsillo. Alianza Editorial. Madrid, 2015.

'El destino de Kafka – escribió Borges – fue transmutar las circunstancias y las agonías en fábulas.'

En estos dos volúmenes que publica el libro de bolsillo de Alianza Editorial se reúnen todos los relatos de Kafka con dos nuevas traducciones de Carmen Gauger y Adan Kovacsis que se atienen a las recientes ediciones críticas de la obra de Kafka.

Bajo el título La condena se editan, junto con ese texto imprescindible y con la novela corta En la colonia penitenciaria, todos los cuentos que el propio Kafka preparó en vida y agrupó en distintos volúmenes –Contemplación, Un médico rural Un artista del hambre- entre 1913 y 1924, más otros cuatro relatos que publicó en revistas y no incluyó en libros.

Contemplación fue el primer libro que publicó Kafka. Apareció poco después de haber escrito La condena y La metamorfosis, y contiene textos menos conocidos, pero igualmente memorables, como Deseo de ser piel roja o el excelente Para que reflexionen los jinetes.

En los relatos de Un médico rural está ya, sintetizado y complejo a la vez, el Kafka canónico y maduro, el escritor nocturno que cuestiona angustiosamente el mundo y se interroga por su lugar en él, el oscuro oficinista que se desdibuja o se desdobla en máscaras irónicas o se atrinchera en el interior de sí mismo y anticipa en Ante la Ley una semilla de El proceso o deja en sus páginas varias parábolas inolvidables (Chacales y árabes, Un mensaje imperial o Un informe para una Academia) sobre el sinsentido y los límites de la expresión, sobre la crisis de la identidad y la razón.

En el otro volumen, La muralla china, se recogen los relatos póstumos, inconclusos y fragmentarios la mayoría, que Max Brod reunió en los años 30 en dos libros: Durante la construcción de la muralla china Descripción de una lucha. Entre ellos figuran textos tan significativos e imprescindibles como El silencio de las sirenas, El escudo de la ciudad, La verdad sobre Sancho Panza,  El cazador Gracchus.

No es un Kafka menor, porque no hay un Kafka pequeño, sino un autor fundamental que con estos textos, breves pero no pequeños, estaba inaugurando una de las direcciones fundamentales del cuento contemporáneo.




Fiódor Dostoievski
Noches blancas.
Traducción de Marta Sánchez-Nieves.
Ilustraciones de Nicolai Troshinsky.
Nórdica. Madrid, 2015.

Con una espléndida traducción de Marta Sánchez-Nieves y las magníficas ilustraciones de Nicolai Troshinsky, Nórdica reedita Noches blancas, una inolvidable novela corta que Dostoievski publicó en 1848, al comienzo de su carrera literaria.

Su título alude a los crepúsculos interminables del solsticio de verano en San Petersburgo, a las cuatro noches mágicas en las que transcurre la acción y la magia fugaz de esta obra narrada por un tímido soñador de veintiséis años en quien Dostoievski proyectó parte de su temperamento y su soledad para construir un personaje que prefigura casi veinte años antes a Raskolnikov.

Es la novela de un soñador al que se le acaba imponiendo la realidad una mañana tras esas cuatro noches de ensueño y amor platónico por Nástenka, la  muchacha adolescente y huérfana de la que se enamora un narrador que anticipa en su radical soledad al hombre del subsuelo.

Y tras ese paréntesis mágico de cuatro noches blancas que propician ese milagro efímero que dura cuatro noches, un final que retiene el recuerdo de un minuto de plenitud de un Dostoievski sutil y delicado en la ensoñación melancólica de su propia tristeza.







José Antonio Ramírez Lozano.
El domador de zapatos.
Diputación de Badajoz. Badajoz, 2015.

A Patiño nada le hacía más ilusión que unos zapatos. Aún recuerda aquellos prestados de la primera comunión.

Esa primera vez que el protagonista calza unos zapatos, aunque fueran ajenos, el 20 de mayo del cuarenta  y cinco, es el punto de partida de El domador de zapatos, una novela corta o un cuento largo con el que José Antonio Ramírez Lozano vuelve a acreditar su solvencia narrativa y ese gusto por contar que caracteriza toda su obra, incluso la poética.

Pero además de una evocación de la posguerra de alpargatas de esparto, El domador de zapatos contiene una mirada comprensiva hacia la condición humana, propensa a la insatisfacción y a la envidia. Envidia no sólo la menor del muchacho que vive de prestado como una horma humana mejor que la del maestro zapatero Tranquino al que lo encomienda su madre, sino la de Antonino, el niño rico y gordo, que envidia las alas que tiene Patiño en los pies para bailar.

Ese muchacho de andares patosos de palmípedo acabará arrastrando babuchas antes de que se produzca el milagro final que hay en todos los cuentos. También en este que tiene algo de Cenicienta vuelta del revés.



Roberto Arlt.
El amor brujo.
Drácena. Madrid, 2015.

En 1932 Roberto Arlt publicaba su última novela, El amor brujo, un alegato contra el matrimonio burgués y la familia, una crítica de la moralidad burguesa y de los intereses económicos que se ocultan bajo la apariencia de una relación afectiva.

Con una mezcla explosiva en la que unen la parodia de la literatura de folletín, la crítica social y la herencia de Dostoievski, El amor brujo, que acaba de publicar Drácena en su serie Ficciones y relatos,  habla de un protagonista, el ingeniero Balder, un personaje en busca de su drama, y de su relación con la adolescente Irene Loayza.

Entre lo novelesco y lo teatral, entre el diario íntimo y el flujo de conciencia, entre el monólogo y el diálogo, entre la confesión y la narración, El amor brujo tiene como fondo un Buenos Aires presentado con mirada futurista y cinematográfica. Un espacio urbano que se convierte en la metáfora del choque de mentalidades y épocas a través del contraste entre la arquitectura tradicional y los soñados rascacielos de acero. Y a lo largo de todas sus páginas, la prosa potente y descuidada de Arlt, aquel malevo desagradable y extraordinariamente inculto que evocó Borges.





Roberto Artl.
La pista de los dientes de oro y otros relatos.
Carpe Noctem Mini. Madrid 2014.


Joseph Conrad.
Una avanzada del progreso.
Traducción de Alberto Gómez Vaquero.
Carpe Noctem Mini. Madrid 2014.


Carpe Noctem abre con Mini una nueva línea editorial, una colección de libros de pequeño formato, asequibles y cuidados en su edición y en la selección de títulos. Los dos primeros volúmenes son La pista de los dientes de oro y otros relatos, de Roberto Artl, y una novela corta de Joseph Conrad, Una avanzada del progreso.

La pista de los dientes de oro es un relato de 1937 en el que Artl hace una inteligente parodia del relato policial, un texto en el que se consuma un crimen cuyas claves no descifra la investigación. Las revela el narrador a través de la perspectiva del asesino y de un personaje femenino que no lo delatará en un juego de complicidades del que la maestría narrativa de Artl hace participar al lector. La venganza, la ironía, la pista falsa de los dientes de oro que figura en el título y desconcierta a la policía son los ejes de un relato inteligente y burlón tan lleno de sombra como los otros tres relatos –Los cazadores de marfil, La ola de perfume verde y La doble trampa mortal- que completan el volumen.

Y la sombra, la ironía y la violencia también tienen una presencia fundamental en Una avanzada del progreso, que Conrad consideró su mejor relato y que se publica con la traducción de Alberto Gómez. Ambientada en África central, precursora de El corazón de las tinieblas, esta novela corta plantea el choque entre civilización y barbarie a través de la peripecia de dos impresentables aventureros blancos en el corazón de un territorio salvaje. Entre los prejuicios colonialistas y lo potente naturaleza siempre al acecho, un relato magistral que forma parte del canon imprescindible del mejor Conrad.





Gavin Maxwell.
El círculo de agua clara.
Traducción de Manuel de la Escalera.
Hoja de Lata. Gijón, 2015.

Como un Thoreau del siglo XX, retirado a un paraje deshabitado de la costa occidental escocesa, entre las Highsland y las Hébridas, Gavin Maxwell publicó en 1960 El círculo de agua clara, un libro que llevaba muchos años descatalogado en España y que acaba de recuperar Hoja de Lata con traducción de Manuel de la Escalera.

La libertad, la soledad, la relación con la naturaleza, la descripción de un paisaje agreste y lejano recorren un libro que, en palabras de su autor, trata sobre mi vida en una casita solitaria de la costa nordeste de Escocia, de los animales que la compartieron conmigo y de los que fueron mis únicos vecinos en este paisaje rocoso y marino.

La Bahía de los Alisos, en una costa rocosa llena de cavernas de una belleza profunda y primaria anterior a la civilización es el paisaje en el que Gavin Maxwell, con un perro y una nutria como únicos compañeros, sitúa esta espléndida obra.

Un elogio de la vida retirada con una capacidad evocadora y una facilidad para transmitir en sus descripciones la visión plástica del paisaje que envuelven al lector en una vivificante experiencia de lectura.



Pedro Sorela.
Lo que miran los vagos.
Menoscuarto. Palencia, 2015.

Es una tarde inmóvil, en Tánger, tan inmóvil que casi se puede ver el tiempo pasar, cuando el hombre llega a la plaza de los Cañones, también llamada De los Vagos por la cantidad de hombres que ahí, por la tarde, se sientan a ver... a ver... qué es lo que miran los vagos es un misterio. No es el paso del tiempo, es otra cosa.

Con párrafos como ese, Pedro Sorela consigue atrapar al lector y envolverlo en el mundo de sugerencias que recorren los relatos de Lo que miran los vagos, un volumen que publica Menoscuarto Ediciones en su colección Reloj de arena.

Veintitrés relatos unidos por el tema del viaje; de un viaje planteado no como desplazamiento geográfico, sino como búsqueda de lo inalcanzable, de una realidad inaprensible que no está más allá de nosotros, sino más acá, más hacia dentro que hacia fuera.

De Tokio al Bilbao de la posguerra, de Bogotá a Lisboa, de Bangkok a un château francés, los cuentos de este libro delatan a un escritor que disfruta contando y que hace transitiva esa capacidad para narrar y ese gusto por contar. Por eso los relatos de Lo que miran los vagos son una invitación constante al lector, un arte de la sugerencia que habla no sólo del paisaje que ven los ojos sino sobre todo de la experiencia interior del viaje.


Santos Domínguez