5/10/15

Mujica Láinez. De milagros y de melancolías


Manuel Mujica Láinez. 
De milagros y de melancolías.
Prólogo de Luis Antonio de Villena.
Drácena. Madrid, 2015.


Publicada por primera vez en 1968 e inexplicablemente inédita hasta ahora en España, De milagros y de melancolías, la novela de Manuel Mujica Láinez que acaba de editar Drácena con prólogo de Luis Antonio de Villena, forma parte, junto con Crónicas reales y El viaje de los siete demonios, de un ciclo narrativo irónico que Mujica Láinez compuso después de sus novelas más conocidas y exigentes, Bomarzo y El unicornio. 

En esa trilogía burlesca, el humor desatado, la ironía, la libertad creativa y la actitud distante ante la Historia y la realidad contrastan con las anteriores Bomarzo y El unicornio, en las que la documentación y el rigor histórico se ponían al servicio de la narración. Frente a la Historia se impone ahora la antihistoria, el enfoque humorístico que muestra la realidad bajo una luz satírica y la parodia de la literatura hispanoamericana desde sus orígenes en las crónicas de Indias hasta la narrativa del realismo mágico. 

Desenfadada, escéptica y burlona, De milagros y de melancolías comienza como una contracrónica de Indias con la fundación de una ciudad imaginaria –San Francisco de Apricotina del Milagro- que es todas las ciudades porque no es ninguna en concreto, sino una metáfora utópica del mundo americano:

La historia de esta ciudad es un rosario de milagros y de melancolías; el final se abre al inquieto presentimiento de que siempre ocurrirá asi, de que este habrá de ser el destino de nuestra pobre América.

A partir de ese momento fundacional, impulsado por Don Nufrio de Bracamonte e inmortalizado por el cronista Diego Cintillo, se narran seis momentos a través de seis personajes arquetípicos –el fundador, los gobernadores, el liberador, el caudillo, el civilizador y el líder- que resumen las claves de su evolución histórica antes de un Epílogo espiritista y una divertida Bibliografía apócrifa. 

Ese enfoque humorístico desdibuja los límites entre la realidad y la invención en un tiempo ucrónico y con una actitud paródica que se proyecta no solo en el argumento sino también en el tratamiento del tiempo, en el que abundan los anacronismos deliberados, o en el sesgo con que se contempla a los personajes. Basta fijarse en los nombres de los gobernadores -don Íñigo Zamudio Zubizarreta y Zumalacárregui, don Laín Láinez y Veintelibros, don Pánfilo Espesura de los Alcornoques o don Florindo Bergamota y Solvente-, el poeta Octaviano Panida Sistro, el enano Bravaverga, el profesor Jamaisplus o los generales que protagonizan los episodios de inestabilidad, caudillajes y guerras civiles tan característicos de la inestabilidad política latinoamericana:

Durante los años que comprende la Negra Anarquía, el general Loredán Conchilla Vitimoco derrotó al general Melchor Adastra, en Tucla, y el general Melchor Adastra derrotó al general Loredán Conchilla Vitimoco, en Miraflor de los Batuques; el general licenciado Ramsés Otero Otero (Teruteru) derrotó al general Cupertino Perásper, en Santa Fe la Nueva, y el general Cupertino Perásper derrotó al general licenciado Ramsés Otero Otero (Teruteru) en Santa Isabel de Ávila; el general Manlio Perlones derrotó al general Loredán Conchilla Vitimoco, en Los Burros, y el general Loredán Conchilla Vitimoco derrotó al general Manlio Perlones, en Fraile Comido; el general Melchor Adastra derrotó al general licenciado Ramsés Otero Otero (Teruteru), en Santa Ana de la Buena Coca, y el general licenciado Ramsés Otero Otero (Teruteru) derrotó al general Melchor Adastra, en Pucahuaca. Y así sucesivamente. Las combinaciones matemáticas posibles son veinte, y se cumplieron todas. Cada uno de los generales derrotó a sus cuatro camaradas enemigos y fue derrotado por ellos. Hubo, en consecuencia, mientras se desarrollaban los oscuros años mencionados, igual número de vencedores y de vencidos.

Una novela –escribe Luis Antonio de Villena en el prólogo- “muy de su autor, pero asimismo algo extraterritorial.”

Y como en manos de un maestro ningún material es menor, esta es una obra que no desmerece del conjunto de la narrativa de Mujica. La continua diversión del lector a través de sus casi quinientas páginas es un reflejo de la actitud relajada y divertida con que su autor acometió este De milagros y de melancolías, una de las novelas imprescindibles de esta temporada.

Santos Domínguez