30/6/17

Marta Agudo. Historial


Marta Agudo.
Historial.
Calambur. Barcelona, 2017.

El día quince de mayo a las doce y media salió de la consulta con las palabras “enfermedad sin tregua.”

Así comienza Historial, el tercer libro de poesía de Marta Agudo, que publica Calambur.

De una intensidad casi insoportable, a la altura y a la hondura que corresponden a la experiencia perturbadora de una enfermedad grave, los versos de Historial transportan al lector -pese al carácter intransitivo del dolor: “porque todo lo verdadero resulta intransferible”- al territorio de la fragilidad y de la incertidumbre del animal de fondo que pregunta.

Porque este es un libro más interrogativo que afirmativo o negativo, en el que la enfermedad se convierte en una experiencia de la que se sale siendo otro, en una frontera que separa un antes y un después.

También literariamente, porque la palabra desbocada de estos textos encuentra su cauce expresivo más adecuado en el poema en prosa y en el versículo, frente a la contención depurada de sus libros anteriores. Lejos de los versos cortos y elípticos de Fragmento y 28010, la intensidad emocional de esta experiencia de los límites exigía la palabra en libertad que desborda estos versos en busca de respuestas.

Pero no hay respuestas: hay exploraciones en el deterioro, el tiempo y la fragilidad. Exploraciones que, desde una mirada casi póstuma, desde “la sangre / de todo cuanto fui”, generan una nueva percepción del tiempo y del espacio, “porque el cáncer es un espacio.”

Desde ese “lado nocturno de la vida” que evoca la cita de su Susan Sontag que abre el libro, los versos interrogativos y desbocados de Historial miran “el mapamundi del dolor”para afirmar que “la esperanza persiste en el cráneo como flor que alguien deja dentro del ataúd.”

Aunque, pese a todo, hay una luz de fondo y el hospital es en los últimos versos del poema un “monumento a la segunda oportunidad.”

Quedan, imborrables, visibles, las cicatrices:

¿Cómo olvidarte, enfermedad,
anfitriona heredada de tantas cicatrices…?

Santos Domínguez

28/6/17

La cocina mexicana de Socorro y Fernando del Paso


La cocina mexicana
de Socorro y Fernando del Paso.
Edición conmemorativa.
Fondo de Cultura Económica. México, 2017.


“Porque a la Noche Triste siguió, tras la victoria de Otumba y la llegada de refuerzos desde La Habana, el triunfo total de Cortés, y con él despuntó un día que duró cuatro siglos: en todo ese largo tiempo y hasta que, en 1901, Cuba se transformó prácticamente en un protectorado norteamericano en el reino de España jamás se puso el sol.
Durante esos cuatro siglos —en realidad tres en lo que a México concierne: 1521-1821— se fraguó uno de los mestizajes más fecundos de la historia cuyos frutos mayores, entre los más suculentos y deliciosos, se dieron en el campo de las artesanías, el folclor y el arte culinario —también, y a largo plazo, en la arquitectura y las artes plásticas—. Pero en ninguna parte el resultado fue tan rápido, sorprendente y definitivo como en la cocina: a diferencia de los peregrinos del Mayflower, colonizadores del norte de los Estados Unidos que llegaron con esposas, hijas y hermanas que les hacían la comida y que trasplantaron la cocina europea a América, los españoles llegaron solos, sin mujeres. Por necesidad, se aparearon con las indias. Luego se casaron con ellas. Después, aprendieron a amarlas. Por necesidad, también, comieron lo que ellas les guisaban. Luego, se acostumbraron a la comida. Después, aprendieron también a amarla, y fue así como los criollos de la Nueva España en algo sí que muy pronto dejaron de ser españoles: en la forma de comer.
Desde luego, el verdadero y profundo mestizaje culinario comenzó cuando, muy pronto también, les tocó a los indios descubrir a su vez los prodigios y monstruos benévolos que llegaron en los barcos españoles: el trigo, el arroz, las lentejas, la naranja solar, la lechuga de holanes verdes, la zanahoria, la coliflor con sus sesos al aire, la caña de azúcar y docenas más de plantas y frutas comestibles así como, entre los animales, la vaca de grandes tetas, la gallina que ponía huevos con yemas de oro, el borrego, el puerco mucho menos puerco y mucho más precioso de lo que su nombre parecía indicar y, aparte del fabuloso caballo, en último caso también comestible, otras numerosas bestias que nunca se hubieran subido al Arca de Noé si al Creador se le ocurre que Noé naciera en América.”

Así termina El día que duró cuatro siglos, la primera parte del espléndido prefacio con el que se abre la edición conmemorativa de La cocina mexicana de Socorro y Fernando del Paso, un libro que publica el Fondo de Cultura Económica con ciento cincuenta recetas de Socorro Gordillo del Paso y comentarios eruditos e ilustraciones de su marido, Fernando del Paso.

Edición conmemorativa de los veinticinco años de este libro que es mucho más que un libro de cocina, publicado en francés en 1991 con el título Douce passion de la cuisine mexicaine, para desmentir la fama que asocia la cocina mexicana con la agresividad picante de sus condimentos más conocidos.

Ese estupendo texto introductorio evoca el descubrimiento de la naturaleza americana y destaca la importancia del mestizaje culinario que sirve para articular la estructura de este libro, que recoge un centenar y medio de recetas, pero es sobre todo la propuesta de un festín literario: una manifestación de la excepcional prosa, suculenta y jugosa, de Fernando del Paso.

Con ilustraciones del propio Fernando del Paso, salpicadas con el elogio del maíz y los frijoles, del jitomate y el cilantro, del aguacate y el chile, del chocolate y el cacahuete, sus páginas son una reivindicación del mestizaje, del ir y venir de los ingredientes y sus elaboraciones.  

Y en ese encuentro entre lo que México le dio al mundo y lo que el mundo le dio a México, se suceden las recetas de repostería y frutas, de salsas y sopas frías y calientes, de carnes y  pescados, de ensaladas y platos vegetarianos, de postres y bebidas, de cócteles y dulces.

Escrito con un estilo que es también ejemplo de sazón y condimento, este es un libro excepcional que habla de la variedad culinaria de la cocina mexicana, pero es también un paseo por medio milenio de historia y cultura, de arte y gastronomía de la mano de uno de los grandes escritores mexicanos actuales.

Santos Domínguez



26/6/17

Eduardo García. La lluvia en el desierto


Eduardo García.
La lluvia en el desierto.
Poesía completa (1995-2016).
Prólogo de Andrés Neuman.
Epílogo de Vicente Luis Mora. 
Vandalia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2017.


Bajo la indiferencia y el hastío
se oculta una emoción por explorar.
Allí donde hay ropa tendida, platos
sucios, despertadores quejumbrosos,
coches que nos aguardan, autopistas
inútiles que llevan al trabajo,
al llanto de un teléfono, a los gestos
vacíos que nos tiende la costumbre,
también brota el hechizo de la luz,
su voz bajo la piel fluye despacio.
Escucha resonar en esta página
sus corceles de viento, sus promesas.

Ese poema, La lluvia en el desierto, da título al espléndido volumen que recoge la Poesía completa de Eduardo García en la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara.

Ese era el título que Eduardo García (1965-2016) había previsto para la edición de su poesía reunida, que su muerte prematura ha convertido en esta Poesía completa que incorpora dos libros que el poeta dejó inacabados al morir: La hora de la ira y Bailando con la muerte.

Se cierra con ellos una trayectoria que abarca dos décadas de escritura que se iniciaron con Las cartas marcadas y prolongaron libros como No se trata de un juego, Horizonte o frontera, La vida nueva o Duermevela, reconocidos con premios como el Juan Ramón Jiménez, Fray Luis de León o Ciudad de Melilla.

Enmarcan la edición de la poesía completa de Eduardo García dos estupendos ensayos: el prólogo Eduardo en el oído, evocador y amistoso, de Andrés Neuman, y el epílogo de Vicente Luis Mora Reencantar el mundo: el legado poético y ensayístico de Eduardo García, un exhaustivo y profundo estudio de los resortes creativos, las influencias y las claves poéticas y sobre las que se sustenta la escritura de Eduardo García.

La lluvia en el desierto tiene como pórtico el prólogo que Eduardo García dejó escrito para la edición frustrada de su poesía reunida, para la que había elegido también la ilustración de portada, un detalle de El sueño (1912), de Franc Marc.

“Escribir -dice el autor en ese prólogo- siempre ha sido para mí salir en persecución del misterio que alienta el respirar  /.../ Escribir como se respira, luchando con las palabras cuerpo a cuerpo, sin coraza ni red que me proteja de cuanto pueda descubrir allá al fondo en las tinieblas de lo desconocido.”

Y por eso, su itinerario poético, que se inició con el realismo narrativo de su primer libro, se fue decantando en un proceso de búsqueda de su propio tono de voz que encontraría su mejor expresión en el “realismo visionario” de lo que él mismo llamó una poética del límite en un memorable ensayo en el que fijó su concepción poética, que halló su instrumento de acceso al poema en la imaginación simbólica, en el ensueño, en la busca de revelaciones de una realidad transcendida en la mirada del poeta.

Esa concepción de la poesía como búsqueda y revelación de lo desconocido la dejó expresada en Confidencial, un poema de Horizonte o frontera que podría tomase como cifra de su escritura:

Cada verso que escribo
susurra al otro lado otras palabras,
otras voces convoca en otras lenguas,
debajo de la página. Ya escucho
el eco de las fuentes que me brotan
más allá del papel. Hablan despacio
de lo desconocido. Sigilosas,
iluminan regiones en penumbra,
rescoldos encendidos, sangre seca,
las altas barandillas de la infancia,
peleas de vecinos
en el patio interior.

Cuando miro en el pozo del poema,
en las aguas del pozo, en lo secreto,
otro rostro sonríe al otro lado.

Y porque "escribir –como explicaba Eduardo García en el prólogo- es una aventura, no un elegante juego de lenguaje”, esa aventura alcanzaría en La vida nueva y sus poemas de largo aliento su voz más personal y su cima creativa desde la indagación en lo oscuro.

De esa manera la poesía se convierte en un viaje al conocimiento para “cercar el misterio mediante un uso creativo del lenguaje”, porque “en las antípodas de la pedestre crónica, la poesía revela y genera realidad.”

Una nueva realidad que integra en su configuración simbólica la imaginación y la reflexión, la pérdida y la celebración, lo figurativo y lo visionario, la experiencia y el conocimiento, el irracionalismo y el sueño en torno al eje temático del deseo.

Una sutil ironía recorre la obra de Eduardo García y la envuelve en un fondo de distancia que culmina el último poema de Bailando con la muerte:

Si todo ha de acabar, qué importa nada.
Si el río ha de arrastrar cuanto queremos,
días, amigos, cuerpos, libros, senos,
cavando a nuestro paso una hondonada;

si todo ha de anegar la mar helada
y al cabo nos aguardan crisantemos,
más vale no olvidar lo que seremos
y enterrar en olvido la alborada.

Mas si el destino está en quedar en nada
rema a contracorriente, a tumba abierta,
apurando los cauces, siempre alerta
al destello que inflama la mirada.

Si todo ha de acabar, muerde muy fuerte
cada hora que le robas a la muerte.


Santos Domínguez

23/6/17

Juan Ramón Jiménez. Segunda antolojía

Juan Ramón Jiménez
Segunda antolojía poética 
(1898-1918).
Edición e introducción 
de Soledad González Ródenas.
Austral.  Barcelona, 2017.

La Segunda antolojía poética (1898-1918), que Juan Ramón Jiménez publicó en la Colección Universal de Calpe en 1922, es probablemente el libro que más ha influido en la poesía española contemporánea.

Planeado inicialmente como una selección que debía contener 360 poemas, el volumen acabó creciendo hasta convertirse en una revisión de su propia obra  en la que incorporaría un total de 522 textos, en los que con frecuencia no renunciará a la reescritura de los textos ya publicados y de los abundantes inéditos que incorpora en una generosa cantidad. 

Porque, además de una selección de textos de los libros ya publicados, desde Arias tristes hasta Eternidades, pasando por Jardines lejanos, La soledad sonora, Poemas májicos y dolientes, Sonetos espirituales o Diario de un poeta recién casado, Juan Ramón da a conocer una gran cantidad de poemas pertenecientes a libros inéditos, como Arte menor, La frente pensativa, El silencio de oro, Idilios, Ellos o Piedra y cielo. 

Aquella primera edición, resultado de un proceso lento y cuidadoso de edición que contrasta con el descuido con que se editó luego, fue concebida por Juan Ramón -explica Soledad González Ródenas, responsable de la edición- como "una sinfonía que, en muy distintos tonos, recoge la parte con mayor vocación de permanencia de su obra." 

Preparada minuciosamente por un Juan Ramón antólogo de su propia obra, las ediciones sucesivas deberían haber sido reimpresiones controladas por él; pero no fue así y las erratas han ido creciendo y multiplicándose de forma lamentable desde las ediciones de la posguerra que no pudo corregir hasta llegar a una situación de escandaloso deterioro del texto en la edición de 1998, como señala la editora en el admirable estudio introductorio que abre esta nueva edición en Austral. 

Y a corregir esa situación, a restituir a su estado original el texto de este clásico del siglo XX se dirige esta nueva edición. Una tarea de restitución para la que González Ródenas ha tomado como referencia la primera edición, que ha cotejado con los archivos personales del poeta, como explica en su prólogo sobre el proceso de composición y sobre la transcendencia de la Segunda antolojía. 

En el prólogo de sus Poesías escojidas Juan Ramón había dejado claros sus criterios de selección: "elijo yo solo los poemas, con arreglo a la única norma que tengo hace tiempo para todas las cosas: mi gusto -que, por el momento, es así.'" 

Por eso la Segunda antolojía, encabezada por un epigrama de Goethe -"Como el astro, sin aceleración y sin descanso"- ofrece una selección que responde al estilo con el que más se identificaba Juan Ramón en ese momento y en consecuencia todo lo anterior a 1913 queda relegado a un segundo plano. 

Con todos sus defectos editoriales, este era el único libro poético juanramoniano al que se podía acceder con relativa facilidad en España durante la posguerra. Una obra que lo había convertido en un clásico -Cernuda escribió que "Juan Ramón Jiménez es toda una época de la poesía española"- y que crecería como libro de cabecera de generaciones de poetas españoles contemporáneos y actuales: de Hierro a Colinas, pasando por Valente, Claudio Rodríguez o Caballero Bonald. 

Tal vez sabiendo eso, se preguntaba Juan Ramón en una conferencia de 1948: "¿Quién será el que levante y pase una nueva antorcha, y, sobre todo, el que determine una poesía de verdad mayor? Para mí será un poeta libre, aislado, claro, de forma personal como la de los cuatro influyentes mayores; de realismo májico pero trascendente; más sensual que Unamuno; más interior que Darío; más general que Antonio Machado; menos socorrido que Lugones; más optimista que J.R.J.; más sencillo que Gabriela Mistral; menos premioso que Guillén; más completo que García Lorca; más sano que Neruda; más unido que Alberti." 

Esta edición cuidadísima, que restituye la versión original y la limpia de erratas, se cierra con una estupenda guía de lectura que incluye textos complementarios sobre la acogida crítica de la antología, una amplia bibliografía activa y pasiva actualizada y abundantes propuestas de trabajo sobre los textos juanramonianos. 

Una reedición imprescindible. 

Santos Domínguez

22/6/17

Diálogos a la sombra de la luna


Inma Brook y Rodrigo Guerínez.
Diálogos a la sombra de la luna.
Ediciones en huida. Sevilla, 2017.
  
“Cuando escribo no miento, / aunque sea mentira lo que digo.” Esos dos versos, machadianos por complementarios, del poeta sevillano Víctor Jiménez  abren los Diálogos a la sombra de la luna, de Inma Brook y Rodrigo Guerínez, que publica Ediciones en huida.

Con la alternancia de voces de los amantes, estos Diálogos a la sombra de la luna desarrollan el proceso amoroso en una secuencia en la que se suceden las dos voces del diálogo: la cursiva y la redonda, la prosa femenina de la amante que lleva la iniciativa y el verso masculino –de tono clásico o neopopularista-, la carta y el poema, lo dramático y lo lírico.

Entre septiembre de 2014 y mayo de 2015 se desarrolla ese proceso amoroso, articulado en torno a la alegoría de las cuatro fases de la luna. Desde la luna nueva del deseo al cuarto menguante de la despedida, pasando por la expectativa del creciente y por la plenitud de la luna llena.

Con Pedro Salinas y su trilogía amorosa al fondo, un ciclo de pasión perecedera hacia la sombra que se vislumbra incluso en la fase de plenitud, como en este diálogo, de la sección Luna llena, que constituye uno de los mejores momentos del libro:

CRUCE DE MIRADAS
¿Llevar la iniciativa? ¿Manejar yo las riendas? Te vas a arrepentir de darme ese poder. Te hago sufrir, seguro. Y te amarro las manos con este cinturón de cuero que me gusta.
A mi antojo me muevo buscando, sobre ti, tan sólo mi placer, sin dejarte llegar… mientras, más de una vez, en tu piel me derramo. Este ha sido mi plan. Y, cuando en ello estoy, de repente, cruzamos así nuestras miradas, con esa sencillez de las cosas auténticas. Y no tengo más ganas de jugar ya contigo.
Me desnudas a besos y yo a ti con caricias sin nombre y, piel con piel, vivimos el amor hasta parar el mundo y romper las razones que ayer atenazaban mis anhelos más íntimos. Sin poder respirar todavía, me abrazas por detrás y, al oído, me susurras “te quiero”. No será igual mañana. Esto es más que teatro. Traspasó nuestra historia las páginas del libro. No cambió el argumento. Hemos sido nosotros.

PRIMAVERA
Ver el mar no es lo mismo
que navegar tus aguas.
Subirte las enaguas
es más que un espejismo,
hay debajo veranos
de tórridos calores.
Coronan los alcores
de tus senos mis manos.
No hubo nunca un estío
como esta primavera
que incendia la frontera
de tu cuerpo y el mío.
Vale este amor la pena,
aunque dirás adiós.
Y te lo digo a dos
de abril y luna llena.

Santos Domínguez

21/6/17

Poeta en Nueva York ilustrado


Federico García Lorca.
Poeta en Nueva York 
Nueve meses en Manhattan (1929-1930)
Ilustraciones de Fernando Vicente.
Introducción de Luis Alberto de Cuenca.
Edición de María Robledano y Jesús Egido.
Reino de Cordelia. Madrid, 2017.

Nueve meses en Manhattan (1929-1930) es el subtítulo de la espectacular edición ilustrada de Poeta en Nueva York que publica Reino de Cordelia en su colección Los versos de Cordelia. 

Con espléndidas ilustraciones de Fernando Vicente, el volumen se abre con una introducción en la que Luis Alberto de Cuenca destaca que “Poeta en Nueva York es, tal vez, la obra más poderosa de la poesía española del siglo XX, la más comprometida con su tiempo, la más rica en metáforas y en matices estilísticos.”

Pero por una lamentable paradoja, Poeta en Nueva York es a la vez la obra mayor de García Lorca y el libro que tiene la historia textual más complicada de la literatura española contemporánea.

Escrito entre 1929 y 1930 durante el viaje de Lorca a Nueva York y Cuba, el poeta lo dio a conocer parcialmente en recitales y conferencias, se refirió a él en muchas entrevistas, lo corrigió insistentemente durante seis años, le cambió el título y pensó llamarlo –luego lo descartaría- Introducción a la muerte por sugerencia de Neruda, exageró sobre su tamaño y prometió trescientos poemas, desvinculó parte del material para integrarlo en otro proyecto que quería titular Tierra y luna, cambió la disposición de los textos, modificó el título de algunos poemas, dudó hasta última hora sobre su estructura y sobre los textos que incorporaría Poeta en Nueva York...

Aunque poco importa al lector que haya dos secciones más o menos, que los poemas figuren en una o en otra, o que no haya secciones. Lo fundamental es que algunos de los textos de Poeta en Nueva York –El rey de Harlem, Norma y paraíso de los negros, Paisaje de la multitud que vomita, Poema doble del lago Eden, New York (Oficina y denuncia), Luna y panorama de los insectos, Grito hacia Roma, Oda a Walt Whitman, Pequeño vals vienés Son de negros en Cuba- forman parte imprescindible de la poesía universal del siglo XX.

Además de las ilustraciones, esta edición tiene la particularidad de que, junto con los poemas, reproduce, más como contrapunto que como notas aclaratorias, las cartas que Lorca enviaba a su familia. Lo explican así los editores, María Robledano y Jesús Egido, en su texto ‘El otro Lorca’: 

“Sabemos con bastante aproximación qué hacía García Lorca mientras componía casi todos los versos de Poeta en Nueva York, momentos de su vida privada, generalmente bucólicos y frívolos, que poco tienen que ver con la rotunda intensidad del poemario, surgido de los rincones más oscuros y secretos del ánimo. El propósito de esta edición, Poeta en Nueva York.  Nueve meses en Manhattan (1929-1930) es mostrar esa doble realidad.” 

En las cartas a su familia, el poeta elude el reflejo de su problemática situación personal y sentimental, entre junio de 1929 y marzo de 1930. En ese contraste entre la alegría que quiere transmitir en las cartas y el tono trágico de los poemas inciden las ilustraciones de Fernando Vicente, que ha sabido captar el espíritu del libro, esa escisión trágica entre el poeta y sus máscaras, con el telón de fondo de la gran ciudad y sus claroscuros de color y blanco y negro, de civilización y muerte.

Santos Domínguez

19/6/17

El poeta que rugió a la luna y se convirtió en tigre


Atsushi Nakajima.
El poeta que rugió a la luna 
y se convirtió en tigre.
Traducción de Makiko Sese y Daniel Villa.
Hermida Editores. Madrid, 2017.

“Cuando la comitiva llegó a la colina volvieron la cabeza como les habían dicho y miraron hacia la pradera en medio del bosque. De repente vieron cómo aparecía un tigre saltando desde la maleza hasta el camino. El tigre miró hacia la luna blanca que había perdido ya su brillo y rugió un par de veces. Un instante después saltó de nuevo hacia las matas desde las que había salido y jamás volvió a aparecer.” 

Así termina La luna sobre la montaña, el cuento protagonizado por el erudito Li Zheng, que se transforma kakfianamente en un tigre.

Ese es uno de los ocho relatos espléndidos de Atsushi Nakajima (Tokio, 1909-1942), un clásico pese a su muerte prematura a los 33 años, que publica Hermida Editores bajo el título El poeta que rugió a la luna y se convirtió en tigre, con traducción de Makiko Sese y Daniel Villa. 

La indiferencia y el comportamiento extraño de un poseído no sólo por el espíritu de su hermano muerto en combate, sino también por otras personas y hasta animales como una carpa, un halcón o una loba. Un poseído que se convierte en inventor de cuentos fantásticos y acaba siendo devorado por sus vecinos; la historia de un comandante persa en Egipto en quien se reencarna la momia de un sacerdote; una reflexión sobre la lengua escrita a propósito del espíritu de las letras; el sueño de la felicidad o la evolución de un maestro de tiro con arco que alcanza la perfección y termina olvidando el nombre de su herramienta. 

En las historias de metamorfosis y transmigraciones, de sueños y premoniciones, de venganzas y revelaciones que contienen estos cuentos fantásticos que se publican por primera vez en español conviven el mito y la narración, la poesía y la fábula, las influencias de la tradición china y de la  literatura occidental.

Ocho estupendos relatos breves, llenos de sutileza y de levedad, de fluidez y misterio. que prefiguran algunos textos de Borges. Una atmósfera semejante flota sobre ellos.

Santos Domínguez

16/6/17

Mario Campaña. Pájaro de nunca volver


Mario Campaña.
Pájaro de nunca volver.
Prólogo de Eduardo Milán. 
Candaya. Barcelona, 2017.

esos trotes que resuenan en el cielo 
esos nuevos compañeros que entre nubes se despiden 
continuando sin fin el viaje 

adiós muchachos.

sin respuesta aquí en los límites 
entre riberas desaparecidas 
entre pueblos extintos 
esta herencia 
tiernos osarios de pájaro y serpientes.

ardan ya casa y ciudad 
cielo 
corazón y memoria 
todo puede cambiar 

Así termina Pájaro de nunca volver, el poema-libro del ecuatoriano Mario Campaña (Guayaquil, 1959) que publica Candaya en su colección de poesía.

Cierra el ciclo de cuatro libros iniciado con Cuadernos de Godric hace casi treinta años, en 1988 y del que forman parte también Aires de Ellicott City (2006) y En el próximo mundo (2011), publicados en esta misma editorial.

Un ciclo que constituye un viaje poético-temporal, como señala Eduardo Milán en su prólogo –“Donde no se regresa. Desafío de Mario Campaña”-,  que añade que este es el “final de un largo transcurrir que va de pérdida en pérdida.” 

Esa travesía por la pérdida y el desarraigo, sin origen ni meta, es un “ilusorio viaje de regreso / de ida o de regreso qué más da” por medio de unos textos que se mueven entre lo individual y lo colectivo, entre el yo y el nosotros, entre la presencia y el vacío, entre la mirada y el sueño.

Así había comenzado este viaje:

aquella noche despertamos sobrios con el sol
y ya había desaparecido el río.

incrédulos recordamos los presagios
trémulos mirando el cauce
basura, piedra y fango lo colmaban;
recogimos los anzuelos, la red y las carnazas
del cielo súbitas sombras nos cercaron.

todo el día estuvimos en silencio 
junto a los cántaros, en el bosque.

en la tarde meditamos juntos:
“ahora las muchachas caminan libres 
donde antes se arrastraba el río”.

de noche el silencio era más duro.

después todos volvimos a la orilla
caminando con un pie en el sueño.

Enmarcado entre un Introito y una Coda, el poema-viaje se organiza en dos partes que van del exilio al naufragio y al submundo de la disolución en un estar sin final, en un constante deshacerse y rehacerse en el que “ahora la inmovilidad / no al vacío / teme el alma aletargada.”

La de Mario Campaña es una poesía fuerte y dolorosa, como la denominó Américo Ferrari, una escritura que viaja a los límites de la experiencia y de la expresión guiada con la luz de la imagen visionaria y con una palabra sostenida en sí misma y en su persistente resistencia:

el pájaro de nunca volver hoy canta 
memoriosas ofrendas del porvenir 
en el tiempo del fin de mundo.

Santos Domínguez

14/6/17

Trampas de Max Aub


Max Aub.
Trampas.
Edición, prólogo y notas
de Pedro Tejada Tello.
Reino de Cordelia. Madrid, 2017.

“Todo lo que no es juego carece de sentido”, escribe Max Aub en uno de los cuatrocientos doce aforismos que forman parte del libro Trampas, que publica Reino de Cordelia en una espléndida edición ilustrada que abre un excelente prólogo de Pedro Tejada Tello, que estudia la profunda relación entre vida, literatura y juego en esta obra casi inédita de Aub, “una obra inconfundiblemente aubiana por cuatro motivos: 1) Por la temática. 2) Por la forma aforística a la que se acoge. 3) Por la perspectiva que elige: la del «envés». 4) Por la pasión lingüística que transluce.”
Casi totalmente inédita, porque de esta colección de aforismos sobre el juego habían aparecido dos anticipos con el título Algunas trampas: en 1968, en la revista mexicana Diálogos, y en 1970, en España, en El Urogallo.
Aforismos que constituyen uno de los cauces expresivos preferidos por Max Aub, cuya  concepción del estilo tiende a la intensidad expresiva conceptista y al juego de palabras ingenioso:
“A buen juego, mala cara.”
“El tramposo, si bueno, dos veces discreto.”
Organizados en trece secciones, entre lo moral y lo práctico, el elogio del juego de naipes y la mirada a otros juegos: el dominó, la ruleta, la lotería, los toros o el fútbol:
“Un penalti siempre toca a muerte.”
Y la trampa, que “no es fraude, ni falacia, ni dolo, ni trapaza, ni sablazo, ni estafa, ni robo, ni timo, ni hurto. Es destreza, arte, maña, maestría, sangre fría, pericia, acierto, mano, tiento, tacto, astucia, amaño, treta, pericia, el demonio” y que forma parte de la esencia del juego, lo que hace que el ajedrez – “el juego más cruel”- no sea estrictamente un juego.
En la última sección, como cierre del libro, el juego y la trampa se convierten en metáforas de la vida:
"Al pillo no le pillan."

"El juego de la existencia, la oca: adelante, atrás, al pozo, volver a empezar según los dados y lo dado; contar 10, 20, 30 adelante, atrás. La vida puesta en el tablero."
Santos Domínguez

12/6/17

Rafael Sánchez Ferlosio. QWERTYUIOP


Rafael Sánchez Ferlosio.
QWERTYUIOP.
Ensayos 4.
Edición de Ignacio Echevarría.
Debate. Madrid, 2017.

“Las cuestiones por las que me intereso apenas pasarán de seis o siete, y como, con el paso de los años y de las recurrencias, algunas acaban abriendo tuberías de comunicación, no es raro que se vayan fundiendo y reduciendo. Entre las más antiguas -dejando a un lado las abandonadas- se cuenta la que ahora se designa como “Carácter y destino”, escribía Rafael Sánchez Ferlosio en “La forja de un plumífero”, un texto autobiográfico que resume su trayectoria literaria y  sus intereses intelectuales. Apareció en 1998 en la revista Archipiélago y ahora cierra como anexo el cuarto y último volumen de sus ensayos que publica Debate con edición de Ignacio Echevarría.

Junto con ese artículo iluminador, un imprescindible índice cronológico de los textos reunidos en los cuatro volúmenes que recopilan los artículos y ensayos de Rafael Sánchez Ferlosio remata este cuarto tomo de los ensayos ferlosianos.

Sobre enseñanza, deportes, televisión, publicidad, trabajo y ocio es el subtítulo de este volumen que lleva como título significativo QWERTYUIOP, las letras superiores del teclado de la máquina de escribir o del ordenador, una secuencia aparentemente arbitraria pero que responde a una lógica racional que combina varios criterios de la misma manera que hay también una red de sentidos que articula los distintos contenidos de este volumen misceláneo.

“La idea de titular «QWERTYUIOP» este volumen –explica Ignacio Echevarría en su Presentación- le sobrevino al autor al percatarse, una vez diseñado el plan de esta edición de sus ensayos, de que el cuarto y último de los volúmenes que iban a integrarlo constituía, al menos en apariencia, lo que se entiende por un «cajón de sastre».”

Tras un artículo de 1974 sobre la encerrona del desarrollo -"A propósito del gran regalo, tan involuntario por su parte como no deseado por la otra, que los altivos jeques del desierto estuvieron a punto de hacerles a los rumís amigos de sus enemigos"- que se recupera como Prefacio, se recogen en este volumen ensayos fundamentales de Ferlosio como Mientras no cambien los dioses nada habrá cambiado o el más reciente Non olet, junto con una serie de artículos que son la parte menos abstracta y más ligada a la experiencia inmediata de lo cotidiano de su producción ensayística, siempre entre la lucidez y el desengaño en la indagación de la realidad a partir de las tensiones de conceptos contrarios.

Mientras no cambien los dioses nada habrá cambiado es, lo dice él mismo, su “sermón más extenso y enconado”, y tiene como centro el mito del progreso. La enseñanza y el debate entre educación e instrucción es el tema común a los artículos de Entre Escila y Caribdis. La publicidad y la televisión son el eje de la sección Hacia una nueva estética. Los  juegos y deportes son el objeto de atención de varios artículos, así como la  crítica del pensamiento liberal y de la ética del trabajo centran los textos de Non olet. 

Cierran el conjunto dos secciones: una sección de textos misceláneos –QWERTYUIOP-  y La señal de Caín, un ensayo de 1996 que –señala Echevarría-“se cuenta entre los más bellos, profundos y concluyentes de Ferlosio.”

Santos Domínguez

9/6/17

Álvaro García El ciclo de la evaporación


Álvaro García
El ciclo de la evaporación.
Pre-Textos. Valencia, 2016.

"Todo lo que has vivido permanece", escribe Álvaro García en uno de los versos de su libro El ciclo de la evaporación, que publica Pre-Textos y que se plantea como “la versión integra final de la secuencia que recorre” sus cuatro libros anteriores: Caída (2002), El río de agua (2005), Canción en blanco (2012) y Ser sin sitio (2014).

No se trata, por tanto, de una recopilación, como se ha dicho erróneamente alguna vez, sino de la culminación de una secuencia que es el resultado de un proyecto global de obra en marcha, de un ciclo de escritura que se prolonga desde hace quince años y que alcanza en este libro su punto de llegada. 

Por eso, incluso las secciones 3 y 4, que habían aparecido en Ser sin sitio y en Canción en blanco cobran aquí un nuevo significado, al integrarse en el nuevo contexto poético de un poema unitario.

Con más de mil quinientos versos articulados en cuatro secuencias, El ciclo de la evaporación es un poema largo en el que conviven la ciudad y lo invisible, lo íntimo y lo histórico, la revelación y el misterio, lo visionario y lo confesional, lo interior y lo exterior, el amor y la música que “reordenan el mundo” y el río de la memoria que es también el del olvido.

Y cada uno de sus versos constituye no sólo un movimiento respiratorio que aporta una entidad significante al conjunto, sino un paso que avanza en el trazado de un territorio muy personal. Un territorio que se delimita con la reflexión existencial sobre el tiempo, el dolor y la identidad que se construye con el material de la memoria.

"Flotamos entre el agua, no en el tiempo, / y se refugia aquí la eternidad", escribe Álvaro García, en este poema que es “canción, respiración de la memoria”, alimentado por la potente imaginería que es el andamiaje sobre el que se levanta la visión del mundo que ofrece El ciclo de la evaporación. 

Mundo descrito y mundo evocado, soñado en la pesadilla o reordenado por la razón, desarrollado con una ambición expresiva que ilumina el poema y el conocimiento. Porque un poema –lo sabe bien el poeta que ha traducido lo más alto de la poesía inglesa, de Shakespeare a Eliot, de Auden a Larkin- debe tener voltaje emocional, ambición expresiva y, sobre todo, un mundo detrás o debajo, como ocurre ejemplarmente en estos versos.

Con una concepción de la poesía más como ámbito de la conciencia que como método de conocimiento, en la escritura desatada y controlada a un tiempo de El ciclo de la evaporación conviven la emoción y la razón, la vista y el oído.

Y así, la imagen y el ritmo se aúnan con un tono de salmodia visionaria para invocar la capacidad indagatoria del lenguaje como instrumento de asedio a la realidad y a la conciencia, para cerrar el círculo de este ciclo solar que se había abierto con estos versos: "Es breve la mudanza y sólo queda / sol sin nada que hacer más que insistir", y se cierra con este verso memorable: "La muerte tendrá dentro memoria de un sol vivo."

Santos Domínguez

7/6/17

Paco Ignacio Taibo I. Para parar las aguas del olvido


Paco Ignacio Taibo I. 
Para parar las aguas del olvido.
Prólogo de Luis García Montero. 
Drácena. Madrid, 2017.


Con un prólogo de Luis García Montero y con edición de Gastón Segura, Drácena recupera Para parar las aguas del olvido, de Paco Ignacio Taibo I (Gijón 1924- México 2008), un título que arranca de una cita de Cervantes para reconstruir la memoria de un niño de la guerra en el Oviedo de la posguerra. La primera edición, que se publicó en Júcar en 1982 con un prólogo de Ángel González, uno de los personajes fundamentales del libro, llevaba años descatalogada. 

De estas memorias de infancia y adolescencia dice en el prólogo Luis García Montero que constituyen “uno de los acercamientos más personales que conozco a lo que significó la vida de guerra y la inmediata posguerra en la educación sentimental de un tiempo histórico difícil: la infancia y la adolescencia de los derrotados.”

Escritas en capítulos breves, con distancia espacial y temporal, en México entre septiembre y octubre de 1978, resumen el aprendizaje de la rebeldía, el ejercicio de la resistencia, la defensa pese a todo de la esperanza en un futuro mejor, el descubrimiento de la vida o el tacto del primer pelo de pubis, de los libros y la calle, del amor y la imaginación, por parte del autor y de los cuatro amigos a los que dedicó este libro: Ángel González, Manuel Lombardero, Benigno Canal y Amaro Taibo.

Sobre el telón de fondo del miedo y la pobreza de la posguerra, la literatura aparece en estas páginas como una defensa de aquellos hijos de los vencidos ante el mundo: Cervantes, que “es una librería”, el asesinato de García Lorca, los novelistas rusos, Juan Ramón Jiménez o un decepcionante Gerardo Diego.

Formaron parte, como las calles o el cine, de la difícil educación sentimental de unos adolescentes en años más difíciles aún, que resumen una frase tan llamativa como esta: “Mi primer amor fue una máquina de coser marca Singer.”

Santos Domínguez

6/6/17

Italo Calvino. Palomar


Italo Calvino.
Palomar.
Edición de Javier Aparicio Maydeu.
Traducción de Aurora Bernárdez.
Cátedra Letras Universales. Madrid, 2017.

“La trayectoria de Calvino es admirable /.../ Como un mago de la alquimia, atraviesa todos los estados de la materia narrativa, del estado sólido del neorrealismo al estado líquido de la fábula y el cuento fantástico, y del estado líquido al estado gaseoso de la meditación con la que concluye el texto de la última obra que publicó en vida, ese prodigio de sensibilidad titulado Palomar”, escribe Javier Aparicio Maydeu en la luminosa introducción de su edición anotada de Palomar, de Italo Calvino, en Cátedra Letras Universales, con la espléndida traducción que Aurora Bernárdez publicó en 1985.

Con un título que, como su protagonista, el señor Palomar, toma su nombre de un observatorio californiano, metáfora de la voluntad de conocimiento, este es el libro más autobiográfico de Calvino, cuya primera persona se refleja en la tercera persona del narrador y en el personaje de Palomar, ese observador silencioso y profundo.

Desengañado y solitario, Palomar / Calvino se remonta en esta obra “narrativa que ha devenido en confesión”, como señala Aparicio Maydeua, desde lo cotidiano a lo cósmico, desde  lo visible a lo invisible y desde los límites hasta el infinito en un particular camino de perfección, en un itinerario marcado por las correspondencias entre los objetos y el cosmos, entre lo humilde y lo astral, entre él mismo y el universo, porque “no podemos conocer nada exterior a nosotros pasando por encima de nosotros mismos, porque el universo es el espejo donde podemos contemplar sólo lo que hayamos aprendido a conocer en nosotros."

Organizada en tres partes – Las vacaciones de Palomar, Palomar en la ciudad, Los silencios de Palomar-, con tres secciones en cada parte y tres relatos en cada sección, se suceden en ellas tres enfoques temáticos: la experiencia visual, el enfoque antropológico y la experiencia especulativa. Se pasa así de la descripción a la narración y de ahí a la meditación, como en este fragmento de La espada del sol, uno de los textos de la primera parte:

Las tablas de vela resbalan en el agua, cortando con bordadas oblicuas el viento de tierra que se alza a esta hora. Figuras erectas gobiernan el botalón con los brazos tensos como arqueros, conteniendo el aire que restalla en la tela. Cuando atraviesan el reflejo en medio del oro que los envuelve, los colores de la vela se atenúan y es como si el perfil de los cuerpos opacos entrase en la noche. 
«Todo esto sucede no en el mar, no en el sol —piensa el nadador Palomar—, sino dentro de mi cabeza, en los circuitos entre los ojos y el cerebro. Estoy nadando en mi mente; sólo en ella existe esa espada de luz; y lo que me atrae es justamente eso. Ése es mi elemento, el único que puedo en cierto modo conocer». 
Pero también piensa: «No puedo alcanzarla, la tengo siempre ahí delante, no puede estar al mismo tiempo dentro de mí y en algo donde nado; si la veo quedo fuera de ella y ella queda fuera». 
Sus brazadas son ahora fatigadas e inciertas: se diría que todo su razonamiento, en vez de aumentarle el placer de nadar en el reflejo, se lo está frustrando, como haciéndole sentir una limitación, o una culpa, o una condena. Y también una responsabilidad a la que no puede escapar: la espada existe sólo porque él está ahí; si se marchara, si todos los bañistas y los nadadores volviesen a la orilla o dieran la espalda al sol, ¿dónde iría a parar la espada? En el mundo que se deshace, lo que él quisiera salvar es lo más frágil: ese puente marino entre sus ojos y el sol poniente.

Y así, entre los sentidos y la razón analítica, entre el objeto y el símbolo, la escritura se convierte en una lectura del mundo y el señor Palomar realiza un viaje al descubrimiento de la realidad y de sí mismo en un proceso que va de lo trivial a lo trascendente, del cuento a la filosofía, cuyo objetivo, como explicó Montaigne, es enseñar a morir. 

Y por eso Palomar es también un elogio de la soledad y un viaje hacia el silencio, una aventura interior que resume también la propia trayectoria intelectual de Calvino.

Con Palomar cerró en 1983 su trayectoria literaria. Es un testamento, un cuento de cuentos y una ventana abierta al universo, un palimpsesto que bajo su aparente simplicidad contiene el mundo como un aleph. Así lo resume el editor en el prólogo:

Palomar es una obra maestra, pero también es una obra tramposa. Aparenta simplicidad siendo compleja. Se diría banal y encierra reflexiones de verdadera enjundia, disquisiciones medulares.”

Muchos de esos elementos que constituyen la genealogía intelectual y estética de Palomar y articulan su arquitectura se dilucidan en esa introducción sobre un sustrato intelectual, literario y filosófico que iluminan más de cerca las notas escrutadoras de Javier Aparicio Maydeu, con las que consigue “que el lector advierta la complejidad de las relaciones intratextuales e intertextuales que el texto establece de forma constante, y disfrute de la riqueza de sus alusiones.”

Santos Domínguez

5/6/17

Elias Canetti. El libro contra la muerte


Elias Canetti.
El libro contra la muerte.
Con un postfacio de Peter von Matt
Texto establecido por Sven Hanuschek,
Peter von Matt y Kristian Wachinger,
con la colaboración de Laura Schütz
Edición en español adaptada y anotada
por Ignacio Echevarría
Traducción de Juan José del Solar
y Adan Kovacsics.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2017.

“Haber presenciado a los siete años de edad cómo su padre se desplomaba repentinamente, víctima de un ataque al corazón, marcó a Elias Canetti de manera decisiva, y sembró en él la semilla de su visceral rechazo a la muerte, a cuyo imperio se opuso siempre, de manera a menudo estentórea. Desde muy temprano, Canetti acarició la idea de escribir un libro contra la muerte (...), cuyo proyecto lo acompañó el resto de su vida”, se indica en la nota que abre el volumen El libro contra la muerte, de Elias Canetti, que publica Galaxia Gutenberg en español en una edición adaptada y anotada por Ignacio Echevarría.

Sin embargo, nunca escribió ese libro, ni siquiera llegó a esbozarlo ni a escribir la primera frase de su libro, como señala en el postfacio Peter von Matt, aunque dejó abundantes anotaciones inéditas en su legado póstumo.

Junto con ese material inédito que han rescatado en un arduo trabajo un grupo de editores -Sven Hanuschek, Peter von Matt y Kristian Wachinger, con la colaboración de Laura Schütz— El libro contra la muerte reúne los apuntes sobre el tema que Canetti publicó a lo largo de su vida.

Fechados entre 1942 y 1994, integrados y desperdigados en sus libros o rigurosamente inéditos, estos apuntes reflejan el tema vertebral de la obra de Canetti: un combate contra la muerte que recorre toda su escritura durante más de medio siglo como un ejercicio de resistencia, como una forma de evitar la muerte, de protegerse de ella como Sherezade en cada una de las noches que entretuvo narrativamente al sultán.

En 2010 en esta misma editorial se publicó el Libro de los muertos, por lo que es necesario advertir, como hace el editor, que no se trata del  mismo libro “para que quienes leyeron en su día el Libro de los muertos no se disuadan de leer ahora el libro contra la muerte. Este último no constituye una refactura el primero sino, más propiamente, otro libro sobre la muerte de quien, a lo largo de medio siglo, no dejó un solo día de pensar en cómo resistirse a ella.”
Santos Domínguez

2/6/17

Juan Ramón Jiménez. El silencio de oro


Juan Ramón Jiménez.
El silencio de oro.
Edición crítica, introducción y notas 
de José Antonio Expósito.
Linteo Poesía. Orense, 2017.

¡Oh, silencio, silencio! hermano del ensueño,
príncipe blanco y oro, cargado de recuerdos!

Esa 'Dedicatoria al silencio' abre El silencio de oro, de Juan Ramón Jiménez, en la edición crítica de José Antonio Expósito para Linteo Poesía.

Un cuidado volumen que ofrece por primera vez en su integridad ese libro, con treinta y seis poemas inéditos de los ochenta y tres que forman este volumen articulado en tres partes que Juan Ramón escribió en Moguer entre 1911 y 1912.

Bajo la sinestesia de ese título, que viene de San Agustín, se agrupan unos poemas que reflejan el caminar de Juan Ramón hacia la poesía pura de su segunda época, un largo proceso de depuración del modernismo inicial del que se fue desnudando su poesía, cada vez más desprovista de adjetivos, cada vez más leve, como esa suave rima que atraviesa estos versos.

Era su peculiar viaje hacia dentro, hacia ese “silencio suficiente” que buscaba Juan Ramón, como señala en su introducción José Antonio Expósito. Un Juan Ramón que –añade- “fue fuga sucesiva, la que va del sueño al silencio puro.”

En ese camino de depuración de lo sensual a lo meditativo, hacia la precisión y la sencillez, El silencio de oro es un libro de transición en el que, junto con la persistencia de algunos rasgos modernistas, asoma cada vez más nítida esa voluntad de pureza expresiva que Juan Ramón asociaría en su búsqueda a la belleza, la soledad y el recogimiento,.

Organizado en tres secciones -El silencio de oro, Amor de primavera y amor de otoño y Romances indelebles- sus poemas resumen el viaje interior del poeta hacia la eternidad y el silencio: “en el espacio breve y noble, / el rumor infinito / de los sueños inmensos del silencio.”

Santos Domínguez