10/11/17

Vicente Gallego. Cantó un pájaro


Vicente Gallego.
Cantó un pájaro.
Antología esencial.
Antología y prólogo 
de Antonio Moreno.
Fondo de Cultura Económica.
Madrid, 2016.

La espléndida colección de poesía Antología esencial, que viene publicando el Fondo de Cultura Económica, está dando cuenta de la variedad tonal y temática de la poesía actual en español a través de algunas de sus voces más significativas: de Chantal Maillard a Ada Salas pasando por Juan Carlos Mestre o Aurora Luque.

Uno de sus títulos más recientes es Cantó un pájaro, la antología esencial de Vicente Gallego, una generosa selección de su poesía entre Santa deriva y Ser el canto. Se ha responsabilizado de su edición otro poeta, Antonio Moreno,  que en el prólogo señala que es esta “una poesía verdadera, señalada de principio a fin por la emoción y por una intensidad que mal se aviene con las ambigüedades especulativas ni con las medias tintas. Según discurre, sus palabras, de trazos siempre firme y limpio, consuenan cada vez más con la música que invariablemente las distinguió y las ha traído hasta volverse canto.”

Se trata de un recorrido amplio por los siete libros que reconoce Vicente Gallego como suyos, descartados otros con los que ya no se identifica. Y a esos siete libros se añaden diez poemas inéditos antes de un epílogo –Acaso el corazón- en el que el poeta reflexiona sobre su escritura y explica el sentido del título de esta antología: "En mitad de mi primera juventud, cantó un pájaro. Escuché claro su trino, y ya no pude volver a dormirme en mi inconsciencia. La palabra no estaba ahí, como me había parecido, para explicarnos nada. Simplemente, había un pájaro cantando en lo más cierto. ¿Dónde, en nombre de quién, por obra de qué prodigio? El pájaro cantaba y no era en mí, era pájaro adentro."

Esa imagen del pájaro adentro es la que mejor resume la idea que sostiene Vicente Gallego de la poesía como viaje hacia la revelación, una aventura en la que el poeta es un mediador a la manera en que Sócrates consideraba al filósofo partero de la verdad. 

En ese camino poético hacia el despojamiento expresivo y la búsqueda de la esencialidad que ha recorrido la poesía de Vicente Gallego, la armonía es seguramente la clave central de la búsqueda: la plenitud del mediodía, la conmemoración de la amistad, la consonancia con los animales o los árboles plasman esa armonía amorosa, ese júbilo humano que es también armonía con los objetos y con la naturaleza bajo la luz estival. 

Así en estos versos de Mundo dentro del claro:

Cantó un pájaro, oí
su decir claramente,
y en todo el universo sólo había
certeza y gratitud. 

Armonía entre lo interior y lo exterior en la mirada del poeta, entre pensamiento y sentimiento, entre sensorialidad y meditación; armonía que es el resultado de una dialéctica de la antítesis y se perfila verbalmente como una poética del oxímoron de la que brota el canto.

De ese debate surge la celebración de la luz y la revelación del mundo a salvo en el claro de la poesía y la palabra. Mundo pleno en el que el poeta se abisma y se asoma a la realidad, se pierde y se halla cuando todo está lleno y vivo de su nada.

Esta antología refleja con todos sus matices ese proceso de depuración hacia la desnudez de un poeta disuelto en la palabra y olvidado de sí mismo para ser el canto, como se titula su último libro, en una línea evolutiva que recuerda al tercer Juan Ramón, a Claudio Rodríguez o a Francisco Brines, tres de sus referentes esenciales.

A Cuaderno de brotes, un libro de poemas en prosa publicado en 2014, pertenece El habla de los pájaros, un texto que vale por toda una poética. Lo dejamos aquí como la mejor invitación a entrar en este mundo en claro de la poesía de Vicente Gallego:

Si alguien quisiera saber cómo escribo a estas alturas, le sugeriría que preguntara a la lluvia cómo cae, al fruto cómo crece. Escribo escribiendo, respiro respirando. ¿Qué hay aquí, entre lo verdadero, que no se nos ofrezca de natural? Escribo como el que oye el habla de los pájaros y nada ambiciona añadirle, pues sabe que ellos se entienden con sus cosas. No se escribe poesía con el pensamiento, nace con palabras sueltas, apenas con sonidos, escuchando los asomos musicales, dejándolos decirse y desdecirse, casi casi con nada.


Santos Domínguez